- El Deseo -

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- En el año 2056, donde los extraterrestres han tomado el control, un niño de once años llamado Oliver viaja por la galaxia en su bicicleta espacial para enfrentar al malvado...

- Llegas tarde – dijo su amiga que lo estaba esperando en la vereda frente a su casa – dijiste a las 15:00 horas.

- Emilia, no soy una persona puntual – replico Oliver – los adultos le dan demasiada importancia a los números. No empieces a actuar como ellos.

- Solo entra. Sino estuvieras tan ocupado "salvando la galaxia" llegarías temprano – se burló de su flamante imaginación.

Al entrar Oliver saludo a los padres de su amiga y fueron al patio a jugar ya que tenían prohibido jugar dentro, porque la última vez rompieron un jarrón, y uno muy sucio ya que tenía una enorme cantidad de polvo. Y luego de que limpiaran todo y aspiraron el polvo la mamá de Emilia se puso tan furiosa que luego de gritarle por ser tan descuidada la castigo por casi un mes. ¿Quién pensaría que ese jarrón con una enorme cantidad de polvo era su madre? ¿Se hiso tan vieja que se convirtió en polvo y barrieron para luego meterla en un florero? "Que ocurrencias la de los adultos" decía Oliver que no le veía el sentido aguardar un montón de polvo. Tal vez porque no quería sentirse culpable por romper a la abuela de su amiga.

- Lánzala más alto – le gritaba Emilia. Entonces lanzo lo más fuerte que pudo la pelota y fue a parar al patio del vecino – No tan alto – le reprochó.

Fueron rápido a la casa de al lado para que nadie notara su ausencia y les retaran. Tocaron el timbre y notaron que las paredes tenían musgo. Un señor de unos cincuenta años abrió la puerta, parecía un poco disgustado, como si hubieran interrumpido algo importante.

- Hola señor, mi pelota fue a parar a su patio trasero – hablo Emilia ya que al parecer nadie estaba dispuesto a empezar la conversación – quisiera ir por ella o si usted prefiere traerla, de cualquier modo es lo mismo.

El señor dio un gruñido, paso sus pequeños ojos a los dos niños que tenía enfrente y dijo:

- Pasen – se hiso a un lado – esperen aquí, iré por ella.

Los dos se quedaron solos en el vestíbulo, su casa estaba ordenada y limpia a excepción de las paredes que estaban llenas de fotografías de cuatro jóvenes, como les llamo la atención comenzaron a mirarlas. En una estaban cuatro niños sentados en el piso sonriendo mientras comían, detrás de ellos había una carpa, en otra eran adolescentes con acné sonriendo (dos de ellos tenían frenos) abrazados frente a la escuela secundaria del barrio, en otra estaban en un cuarto de hospital donde uno tenía un yeso en un brazo y los otros tres sonreían a su lado (dos de ellos sostenían una bandera Argentina). Toda la pared estaba repleta de esos cuatro chicos estaban en una mesa merendando, en la cancha de boca, pintando las paredes con pintura en aerosol, frente a un kiosco, sacando la cabeza por las ventanillas de un auto rojo ajeno a esta época, hasta en una tienda de música donde al parecer formaban una banda y la batería tenia escrito "10% de descuento". Luego vieron una foto en la que estaba un hombre muy serio, con un traje dándole la mano a un señor mayor también con traje y el mismo hombre sentado con sus manos sobre un escritorio de una oficina. Pero lo que más les llamo la atención no era que ese hombre ya adulto, formaba parte del grupo de cuatro amigos, o que tenía un enorme parecido al dueño de esta casa, sino que al parecer ya no sonreía.

- Aquí tienen – dijo el señor con una pelota en sus manos, ambos se volvieron rápidamente hacia él – Ese día robamos la bandera del mástil de la plaza y "Juancho" se rompió el brazo – dijo mirando la foto donde estaba con sus amigos en el hospital – y esa foto fue cuando "Beto" consiguió trabajo en una tienda de música, con "Pancho" apostamos que no duraría ni una semana y estuvo por casi dos meses, lo echaron por gritarle a un hombre muy quisquilloso, yo hubiera hecho lo mismo. Ahora es una tienda de ropa – recitaba con nostalgia - Y ese grafiti lo hicimos cuando terminamos la primaria, nos sentíamos rebeldes... ahora es un estacionamiento.

Se quedaron en silencio por un rato, Oliver estaba por anunciar que se irían hasta que el hombre fue a un cajón saco un marco y dijo:

- Esta me avergüenza colgarla. Fue en la terminal de buses – dijo ya con el ceño fruncido – me fui a Buenos Aires cuando termine de estudiar – Los cuatro amigos sonreían tristemente y a un costado estaban unas valijas – fui a buscar nuevas oportunidades, quería crecer pero termine envejeciendo.

- ¿Los extrañas? – pregunto Oliver.

- ¿Si los extraño? – rio amargamente – tuve que alcanzar todo lo que deseaba para entender que era lo que necesitaba.

Se produjo un silencio para nada incomodo sino, triste. Entonces el señor les devolvió su pelota y los despidió cuando salieron.

- ¿Y si vemos una película? – pregunto Emilia cuando cruzaron la puerta de su casa.

Oliver asintió rápidamente, tal vez porque ya no quería perder la pelota.



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Holandaaaa

Espero que se encuentren bien, solo quería contarles que esta historia la escribí para mi clase de literatura durante este año, solo que al profesor  no supo apreciar mi arte. Que se joda, aajjsjs

Este fue una de las ultimas historias que escribí antes de quedarme vacía.

Ese es el objetivo de esto, recuperar mi inspiración, encontrar mi  musa.

Porque antes podía escribir pequeñas historias, poesía (más bien intentos porque rara vez los consideraba poesía)

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Sin más me despido, espero que se encuentren bien y nos vemos, digo nos leemos luego. 


Pequeños relatos <3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora