Capítulo cuatro | 𝐌𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐲𝐞𝐫

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La casa de Jungkook queda colina arriba en un barrio privado que no es muy ostentoso, pero es mejor que muchos otros. Es amplia y sofisticada y a pesar del desorden en su habitación, que es el típico que puedo esperar de un varón adolescente, es acogedor.

La habitación está llena de estanterías con libros y cómics. Figurillas de acción coleccionables y un escritorio para su computadora.

He dejado mi mochila sobre una silla y la litera está llena de cosas, como revistas y cajas. Así que terminamos en el suelo, tengo la espalda recostada en un puff y Jungkook está encima de mí, abriéndome las piernas por la parte interna de los muslos con las rodillas. Empieza a deslizar su mano dentro de mi falda, me estremezco nerviosa y por reflejo lo sostengo por la muñeca.

Jungkook tiene la ropa interior a la altura de la pelvis y los pantalones desabrochados un poco más abajo. Sus dedos están a escasos centímetros de mí.

—Espera, yo no lo sé —le digo, dejando la frase a medias—, espera un segundo.

—Sabía que dirías eso —confiesa, reincorporándose. Ahora está sentado frente a mí. Imito su postura, enderezo la espalda y a excepción de sus brazos, que cuelgan de forma altanera sobre su cabeza, los míos abrazan mis piernas—. Está bien. Si no estás segura es mejor que paremos aquí. De cualquier forma, hoy te ves terrible —me dice, llevándose una mano a la frente—. En serio no me importa, podemos olvidar todo lo que pasó ayer, si eso es lo que quieres —Jungkook cierra los ojos un instante y deja salir un suspiro agotado—, como sea, no todos los chicos son como Taehyung o yo, un día tendrás un novio de verdad, ¿cierto? —pregunta y lo único que hago es verlo cabizbaja— ¿Así que porqué no pretendes seguir siendo virgen hasta ese día?

Jungkook va a levantarse, está sobre sus rodillas cuando le respondo.

—Eso fue muy cruel —admito—. Dijiste que me veo terrible. No quiero tu lástima, Jungkook —le pido, todavía sin mirarle la cara—. Lo haré, a eso vine aquí, después de todo, es solo para distraerme.

Jungkook empieza a meter su mano dentro del cuello de mi suéter para ir bajando hasta llegar a mi ropa interior. Tiene el semblante tranquilo y las manos calientes. Comienza a acariciarme la piel sensible de los muslos y todo de repente es extraño porque ambos lucimos tristes de verdad, bastante desinteresados también.

—Eres tan ingenua —me dice mientras sigue acariciando mis muslos.

Ahogo un jadeo porque ha empezado a acercarse más.

—¿Qué quieres decir con eso? —dudo.

Jungkook no me da una respuesta. Se inclina hacia mí, haciendo que vuelva a recostarme y es cuando me toca por completo, sus dedos entran en mi feminidad y la palma de su mano acaricia el exterior ejerciendo una presión que llega a marearme. Su mano entera está dentro de mi ropa interior, apretándome, acariciándome y moviéndose de tal forma, que las piernas empiezan a temblarme.

Él está mirándome desde arriba, sigue con el semblante serio pero ha comenzado a ruborizarse. Suspira lentamente con parsimonía, y quizá es la combinación de su rostro de boca húmeda y sus dedos moviéndose en círculos dentro de mí, lo que me desconcierta al final.

Aprieto las piernas cuando siento que algo en mi interior empieza a ejercer presión contra mi vientre bajo.

—Emma —me llama en un hilo de voz—, ¿cómo puedes ser tan diferente en la escuela? —Jungkook mete un tercer dedo dentro de mí, haciéndome jadear esta vez.

Sigue moviéndolos y un sonido empieza a llenar la habitación a medida que empiezo a humedecerme.

—¿De qué hablas? —contesto apenas.

𝐀 𝐆𝐈𝐑𝐋 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐑𝐄 | 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora