1: Ornamentos navideños.

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«Bastian los convirtió en recuerdos y Malika los conservó todos»

Una historia sobre la construcción de su relación.

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Era la mitad de julio cuando Malika recibió la noticia de cuál sería la empresa que supervisaría.

Y también era la mitad de julio cuando recibió el primer ornamento de Bastian.

La escrutó frunciendo el ceño en clara confusión, la esfera adornada de purpurina dorada dejando restos brillantes sobre su palma y sus dedos mientras la examinaba curiosa.

Dasha, su asistente, la observaba con la misma atención desde su lugar frente al escritorio de su jefa.

Tomó la nota que permanecía atada al ornamento y la leyó con lentitud, buscando una explicación para esa tontería entre las líneas.

«Me han informado que serás la representante que enviarán para verificar los controles de cuidado de calidad en los productos de mi empresa.

Espero tengamos una buena relación laboral y deseo no encontremos ningún obstáculo en el camino para concretar nuestro trabajo.

Te veré en mi oficina el lunes a las diez y treinta.

Bastian»

Malika no daba crédito a lo que acababa de leer.

Sí, había conocido a Bastian algunos meses atrás durante un evento altruista en la India y aunque su conversación había sido corta, no podía negar que el hombre tenía cierto encanto para conducirse.

Tanto que la dejó deseando más de su agradable compañía.

Fue una lástima que las circunstancias para que eso sucediera simplemente no se dieran y que el tiempo la obligara a relegarlo dentro de su mente en ese rincón donde guardaba a todos los hombres que la cautivaban pero no eran más que encuentros fortuitos sin posibilidades de algo más.

Hasta ese momento.

¿Por qué nadie le había informado que ella supervisaría la empresa de Bastian Turner? ¿Era alguna especie de broma maliciosa en su contra?

—¿Todo bien?—preguntó Dasha de pronto, sacándola de sus cavilaciones.

Levantó la vista hacia ella y sonrió afable, guardando la esfera junto a la nota dentro de su bolso.

—Sí, claro. Era una nota del señor Turner.

Su asistente elevó una ceja, perspicaz.

—¿Por qué te ha enviado una esfera navideña en pleno julio?

Se echó tras el hombro la larga cabellera oscura antes de responder.

—¿La verdad? Ni idea—suspiró para ralentizar el latir de su corazón, su estómago infestado por la ansiedad.

No sabía de dónde provenía esa sensación de nerviosismo por verlo de nuevo luego de un encuentro tan corto, pero esperaba que Ganesha—y todas las deidades que adoraba, ya que estábamos— jugaran a su favor.

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Un asalto de aire fresco la recibió apenas entró al enorme complejo y sus ojos se dirigieron automáticamente a la recepcionista. La mujer le sonrió al tiempo que atravesaba el piso de mármol, escaneando indulgente todo el lugar.

No recorrió más que un par de pasos cuando los ojos de la secretaria se posaron en algo sobre su cabeza y alguien se aclaró la garganta tras ella.

La Colección: Relatos Navideños. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora