3: Nueces quemadas.

28K 1.7K 1.1K
                                    

«Reconocería su silueta en una habitación hecha de sombras»

Una historia sobre confianza y amor entre Leah y Alexander durante su primera Navidad en matrimonio.

═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════

Edith puso los ojos en blanco por enésima vez.

—¿Te estás escuchando? No lo puedo creer—espetó peleando con el centenar de bolsas que cargaba en cada brazo para continuar caminando como si no pesaran un gramo.— Es tu esposo, Leah, ¿cómo puedes tener una crisis por no saber qué regalarle?

—¡Pues la tengo!—berreó su amiga, haciendo una mueca de frustración.— No es tan sencillo como tú crees.

—Yo creo que Alexander es bastante sencillo—se encogió de hombros.— Podrías regalarle un par de calcetines y le encantarían.

Leah le clavó dagas con la mirada, ganándose expresión turbada de la rubia.

—Regalar calcetines es lo mismo que decir ya no me importas en idioma navideño—explicó de malhumor, la frustración comiéndola lentamente desde dentro.

—¿Cuál es ese idioma navideño?—Edith inclinó a un lado la cabeza en clara confusión.

—¡Concéntrate, Edith! Esto es una emergencia.

—Ah no—la detuvo a mitad de su perorata colocando su mano al frente.— ¿Ves esto?—enfatizó sus uñas.— ¡Esto sí es una verdadera tragedia! Así que no me vengas con dramas estúpidos porque no sabes qué regalarle a tu esposo. Podría haber sido peor para ti.

Leah bufó inconforme, retomando su camino hacia la siguiente tienda en la plaza e intentando no tropezar con el montón de personas envueltas en el frenesí de las últimas compras de Navidad.

Faltaban solo dos días para la festividad y sentía que su cabeza iba a estallar de tanto pensar desde que había desdoblado ese papelito en casa de sus padres.

El papelito que representaba la muerte de su matrimonio si la cagaba.

Bien, quizás eso era una aproximación muy dramática, pero el punto era que no quería arruinarlo en general. Era su primera Navidad como matrimonio y quería impresionarlo de una buena manera, no cagándola en grande.

—Tengo que asombrar a mi esposo con el regalo, ¿qué puede ser peor?

—Pudo haberte tocado Agnes—añadió con tono crítico y Leah se estremeció.

Tenía razón, podría haber sido mucho peor, como tener que enfrentar la furia de Morgana en caso de no cumplir con sus expectativas.

Sintió un repentino ramalazo de ira hacia su amiga por haber incentivado ese estúpido intercambio entre sus familias. De no ser por su despampanante espíritu navideño nada de eso estaría ocurriendo y Leah no tendría que preocuparse por sufrir una embolia en cualquier momento a causa del estrés.

Gruñó con frustración por octava vez en el día.

—¿Qué opinas?—señaló con la cabeza el aparador de una tienda de lencería que mostraba un atuendo en todo su esplendor, el cual estaba muy lejos de representar a un duende ayudante de Santa Claus y más bien parecía el de una stripper con una obsesión con el verde y los bastones de dulce.

—¿Y dónde guardarías tu dignidad después de usar eso?—la molestó.— Se te va a congelar el culo con esa falda tan corta en este frío.

Edith le dio con una bolsa en el brazo a modo de reprimenda.

La Colección: Relatos Navideños. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora