Un Breve e Insignificante Momento...

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... de la Breve e Insignificante Historia de la Humanidad.

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Me encuentro sentado en lateral de mi cama. La parte baja de una litera.

Con mis manos sostengo mi bajo mientras cambio sus cuerdas ya viejas. Pero no de uso.

Veo el reloj colgado encima de la entrada. Marca las 7:43 AM, y sin tardar, el sol sale dando las primeras gotas de su rocío anaranjado.

Cómo sí de un plan tratará, mi perro Fújur levanta ante la presencia magistral de la luz que ilumina a este lado del planeta.

Iluminar.

Ello me recuerda a mi compañía. La carencia de soledad suele empacharme.
En frente de mi cama reposa en silencio Julia. Sus labios suelen ser la prisión de desconocidas palabras, que amenazan con no embellecer el oído que con ansias alguien ha de estar esperando paciente.

¿Quién ha de esperar la liberación por parte de un amo autoinflingido?

Sus pupilas dilatadas contrastan perfectamente con sus rojos ojos. Más aún con aquella aura humeante que avasalla sin vergüenza su ser y al ser de la habitación.

Ese humo se hace más claro con los rayos del sol. Nunca estuve seguro si la luz hace visible al humo del ambiente. O si el humo hace visible la luz. No ha de ser eso.

¿Ha de ser capaz el humo, con su vulgar y desprolija forma, capaz de darle sentido a la majestuosidad de los primeros rayos de luz? ¿El mal le da forma y gracia al bien?

Los movimientos libres del humo son capaces de ascenderme y galardonarme de nefelibato.

Y como digno nefelibato, doy mis primeros pasos nubeantes en reversa. A aquellos momentos de la entrañada juventud de un treintañero.

Pisando sucesos de libertad.

Me recordé de niño en un lago, el abrazo helado del agua. Tan aprisionante y liberadora, menos reglas pero con ellas aún. Reglas inexistente en mi mente de infante.

"Absolutamente libre" habré pensado.

¿Habré intentado nadar en la superficie alguna vez? ¿Alguna vez conseguí explorar las profundidades de la atmósfera?

Pisando sucesos de realidad

Veo en mi mente mi situación. Mi actualidad que desearía soñar.

Inexistencias reglamentadas.

Quedando solo con el desafío de nadar en concreto.

¿Soy capaz de surcar desafiantes mares humanos?

.

Mi viaje acaba conmigo cayendo nuevamente a mi cuerpo. Presenciando el repentino movimento de Julia hacia el tocadiscos.

Nunca compartimos gustos musicales, y mis oídos acostumbraron sordera a sus melodías.

Entre cama y litera un escritorio frente a la ventana. Mi compañera de fragmento vital.

Sarah

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Pillo el resto de Julia y le doy un pitido. Y ahora siento como el humo da gracia y forma a mi ser y esencia.

.

Sarah en pureza de cuerpo, reposada en el mueble, sostiene un ejemplar de «De qué hablamos cuando hablamos de amor». Sus ojos muestran cansancio por el desvelo.

Aquellas bolsas que guardan letras y palabras que superan su filtro personal, y horas de sueños que no volverán.

Aquellas bolsas que adornan pendientes ámbar que por azar acabaron en sus ojos.

Aquel ámbar que combina con los finos rayos de sol materializados en cabello castaño. Aquel cabello que parece invitarme a revolver y profundizar en quien lo cuelga.

Esos brazos que, con gusto y elegancia, sostiene aquel contrariado cuerpo tímido, que se oculta y desvela mediante telas terciopeladas.

Telas que cubren la belleza del cuerpo humano. Que cubren aquellos kilos de más, muestras de premios merecidos y de tardes extras de relax.

Aquella tela que cubre y descubre con capricho la longitud de piernas suaves y a la vez toscas.

Aquel cuerpo con completitud que desvía la mirada. Aquel cuerpo que oculta con éxito la belleza en pureza.

Cuerpo que no cuenta con la luz de mis ojos, con la luz del sol. Y como si rayos x fuera, la escena premia a mis ojos por valeroso acto de buscar nieve en invierno.

De noche, de tarde, de día, de madrugada.

En verano, en primavera, en otoño, en invierno.

En la playa, en el parque, en la ciudad, en la habitación.

Más de 60 situaciones capaces de denotar la belleza.
Si bien al final la belleza es lo más común. Puede estar en lo que sea que veas o en quien quiera que lo vea.

No sé cuánto tiempo pasaron mis ojos revoloteandote. Pero tu mirada tranquiliza la mía, y se centra en el siempre peculiar encuentro con la suave caricia de tus pupilas.

Mi corazón suelta un suspiro con el reflejo de tu sonrisa.

Mientras continuas con tu lectura. Siento como si mi cuerpo abriera mis jaulas llenas de palomas, que junto al miedo vuelan en son de liberarme.

Siento que mis ojos dejan caer toda perspectiva, todo prejuicio, y todo pensamiento. Veo mis manos conciente de las venas, músculos, y huesos que contienen.

Siento verdadera libertad. Siento esperanza.

Y con esa sensación. No me parece tanto el frío de este invierno.

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Y sí el cambio innerente del universo
Transforma mi invierno en verano o primavera.
Pues el equilibrio desequilibrante estará a mi lado.
Siempre fue como un Dios guardián.
Y es, mi Dios Guardián del Equilibrio,
A quien le dedicó estás palabras.

Relámpagos [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora