Capítulo 2 🌺.

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Shinichi miraba a través de la ventanilla del avión. El negro cielo bien podría devorar el avión en cuanto despegará, había demasiada oscuridad, pero las luces del aeropuerto aún estaban frente a él.

Las memorias de aquel día hace meses seguían sintiéndose realmente vividas, cuando Ran no pudo perdonarlo. Era razonable, no tenía ninguna intención de reprocharle o culparla. El detective no solía ser una persona que lloraba, ni siquiera en aquella ocasión, pero justamente esa sensación lo invadió recién abordo la nave. Claro que no iba a dejar ceder sus sentimientos.

Recordar dicha fecha, también reavivó otras situaciones que se presentaron el mismo día.

La policía solicito su ayuda por la noche, había un cadáver en un apartamento cercano a su instituto; pero él no fue. Gracias a falta de pruebas, fue declarado como suicidio, además de una ausencia casi absoluta de sospechosos. En el celular de la víctima había unas cuantas llamadas, pero el número no fue localizado. Sin embargo, el agobio de Shinichi había bloqueado sus recuerdos por el pesar causado.

Y ahora que lo pensaba, había algo raro en el caso. Ah, definitivamente lo sabía, se trataba de un asesinato. El cadáver fue encontrado aproximadamente veinticuatro horas después, ahorcado. Pero aún con las múltiples llamadas, nadie fue a buscarlo. ¿Si tenían tanta insistencia por llamarlo, por qué no visitarlo? No había nota de despedida y la puerta estaba abierta. El sospechoso no tenía antecedentes de problemas, pero parecía ser un mujeriego. Según varios testigos, lo vieron entrar con diferentes mujeres muchas veces.

Estaba concentrado al momento que alguien se sentó a su lado. Escuchó el suspiro de una mujer. Se giró a verla y sus miradas se encontraron.

Como la primera vez, de frío rostro. Solo que ahora, percibió un aroma a fresas proveniente de su cabello.

Shinichi se exaltó.

—¡Ah, eres tú! —exclamó un poco fuerte, dirigiendo su dedo a su dirección.

Ella frunció el seño. Estaba por contestar cuando su bolso se fue al suelo, saliendo sus objetos personales volando.

—Yo lo hago. —Shinichi se apresuró a ayudar antes de que la fémina pudiera agacharse a recoger sus cosas. Eran pocas: Un labial, llaves, celular (apagado), entre otras cosas. Lo último que levantó fue su boleto, notó que solo iba de ida. —¿Me recuerdas, cierto? —dijo sonriendo y dándole sus pertenencias.

—Kudo Shinichi, detective. —le murmuró sin cambiar su gélida mirada.

—¿Cuál es tu nombre? Esa vez olvide preguntar.

Insegura, ella respondió.

—¿No estabas en Japón? ¿Que haces aquí? —le cuestionó curioso, como el detective que era.

—Estoy... —desvío la mirada, pareció tener nervios. —Llevo un tiempo viajando por el mundo.

—Ya veo. ¿A América, verdad?

—Sí. —dijo acomodando su bolso en sus piernas y poniéndose cómoda en el asiento.

—Otra vez nos encontramos en la misma situación.

—¿Un caso?

—No. Visito a un amigo.

—Ese día... ¿Lograste decirle lo que quieras? —preguntó de pronto, él sabía bien a que se refería.

—Ah... Sí. —contestó acomodándose para ver la ventana de nuevo. El vuelo estaba por despegar. —¿Qué hay de ti? ¿Regresaste con tu ex novio?

Shinichi no la vio, pero ella lo observó desconcertada.

—No. —fue lo único que respondió. —Era un imbécil.

"Que fría. " Pensó.

—Je... —rió Shinichi con suavidad.

—Dime, ¿Tú también fuiste un imbécil o al final dijiste lo que tenías que decir? —interrogó algo irritada.

—Lo dije, pero ella no me perdonó. —dijo melancólico.

—Era de esperar. —murmuró severa.

Shinichi no respondió, solo continúo viendo por la ventana.

Ella se mantuvo calmada durante casi todo el viaje; pidió comida, fue al baño, se retoco el maquillaje, y sobre todo, nunca volvió a mirar al detective ni expresar un gesto carismático. Shinichi tampoco insistió.

Fueron pocas horas de silencio, pero finalmente llegaron a su destino.

Al aterrizar, después de confirmar que podían bajar, la chica solo bajó unas cosillas del maletero y se fue. Shinichi salió tras ella, no con la intención de seguirla, sino porque parecía que se dirigían al mismo hotel.

—Oye. —la llamó a unos pasos detrás. —¿Por qué parece que quieres huir de mí?

La chica se detuvo, de espaldas lanzó un pesado suspiro.

—Sabes muchas cosas de mí. ¿Por qué aparentas que no las sabes? —preguntó molesta. —Parece que no harás nada, así que déjame huir. No creo que te guste estar al lado de una persona como yo.

Shinichi experimento confusión, rara en él, que como era obvio casi nunca lo abordaba. Pero este se limito a sonreír y posicionarse a su lado.

—Ambos sabemos cosas del otro, te tengo confianza aunque no nos conozcamos. —le dijo un tanto presumido. —¿Por qué no hacemos lo mismo de aquella vez?

La chica seguía con su expresión molesta.

—¿Y qué dirías si yo no te tengo confianza?

—La tienes, de otro modo no me habrías contado tus problemas aquel día.

Ella lo miró recelosa.

—No estaba bien ese día.

—¿Vamos a tomar algo? —le interrumpió.

—Es de madrugada. —dijo ella.

Shinichi levanto los hombros.

—Acostumbró a desvelarme en varios casos. —caminó despreocupado. —¿Vienes? Hace mucho que no tomo algo americano.

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