Parte 1

433 36 4
                                    

Sentirse vacío. Monotonía. Cada día lo mismo. Despertarse, ver que mi vida no va a ningún sitio e ir a dormir. Así cada día. "¿Porqué te sientes así si lo tienes todo?" me preguntan. Si, es cierto. A mis 24 años, no he tenido por que trabajar jamás. Mis padres fallecieron cuando tenía los 18 casi recién cumplidos. Casi fue como un regalo de cumpleaños. No penséis que no tengo corazón ni nada de eso. Mis padres me odiaban. Lo hacían por que no me entendían. No entendían que no me gustaba nada de lo que ellos hacían. Eran religiosos, cuando yo siempre me consideré ateo. Dueños de una empresa multimillonaria de la cual querían que fuese mía, pero yo he sido más del arte. Música, baile, dibujo, fotografía. Me echaron de casa cuando les confesé estaba perdidamente enamorado de uno de mis amigos. El cual luego me dejó diciendo que solo había probado conmigo, pero comprobó que le gustaban las chicas. Me sentí un estúpido, pero no lo culpo. Me enamoré de él y por más que lo intenté, no fui capaz de odiarlo. Tampoco fui capaz de odiar a las personas que me dieron la vida. Siempre pensé que me entenderían en algún momento. No los odié cuando tuve que dormir en la calle porque no tenía donde caerme muerto. No los odié cuando mi estómago rugía a causa de estar más de dos días sin llevarme nada a la boca. No los odié cuando supe que murieron a causa de un accidente de tráfico sin siquiera darme la oportunidad de despedirme. Supe que habían muerto porque un hombre me contactó y me dijo que mis padres me habían dejado toda su herencia a mi. Por una parte me alegré, ya que por fin iba a salir de la miseria de vida que tenía. Pero cuando me di cuenta de que me había alegrado por tener dinero a causa de la muerte de mis padres, entré en una depresión bastante dura. Por esos tiempos vivía en un apartamento con un chico que no me traía nada más que problemas, por lo que poder mudarme de ahí, fue un alivio.

Ahora vivo en un penthouse. Visto casi siempre de traje, ya que monté una academia que forma a gente que quiere llegar a ser una estrella. Ya sea cantante, bailarín o lo que quiera, ya que también hay clases de fotografía y de dibujo. Mi academia se fue haciendo bastante famosa, pues de ella han salido cantantes solistas, grupos de idols, incluso algún que otro pintor que ahora debe de estar disfrutando de su fama en América. Debido al dinero que tengo por la herencia y sumando el dinero que genero con la academia, soy uno de los solteros más codiciados de Corea del Sur. Nadie sabe que me gustan los chicos, por lo que todos los días me sacan con una chica diferente en diferentes revistas del corazón. A mi eso no me importa en lo más mínimo, por lo que no pierdo mi tiempo en desmentirlo. Que digan lo que quieran. Después de lo que me pasó con aquel chico, no he vuelto a enamorarme. De vez en cuando, cuando tengo mucha necesidad, contrato a un chico de compañía, el cual tiene que firmar un contrato de confidencialidad. Me sobra el dinero, me sobra la fama. Pero me siento vacío. Yo pienso que aún no he salido de la depresión en la que caí hace cinco años.

-Amigo... ¿Por qué tienes esa cara?

-No estoy de humor, Yoongi...

-Ya lo veo... Por eso te lo pregunto... ¿Tienes otra vez tus dolores de cabeza?

-Si, por favor... ¿Me quieres traer un café?

-Claro, ya vengo...

Ese era Min Yoongi. Lo conocí cuando entró en mi academia. Se le daba genial la música. Para decirlo de una buena manera, es un puto genio. Cuando vi todo su potencial, hablé con él y le ofrecí ser profesor de música. Él al principio se rehusaba, pues si había pedido plaza para estudiar, pensaba que no era lo suficientemente bueno como para ser profesor. Pero al final pude convencerlo. De eso hace ya dos años. Lo considero como si fuese de mi familia. Luego de contratarlo, pudimos comenzar una relación de empleado-jefe bastante sana. Hoy en día, es mi mejor amigo. De hecho, el único que tengo. Él es mayor que yo, pero casi me obligó a que dejara de usar los honoríficos, ya que era su jefe. Luego tuve que obligarle a que me tuteara, pues era muy raro que siendo menor que él, tuviera que tratarme con tanto respeto. Hoy por hoy nos tratamos como si fuésemos hermanos, y eso se lo agradezco. Agradezco tener a alguien con quién hablar. Agradezco que escuche todas mis mierdas y que no se queje. Me conoce bastante bien, sabe cuando no estoy de buenas, como hoy.

Psicólogo •KOOKMIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora