.°• 2 Cure •°.

817 88 17
                                    


La sangre caía de mi brazo mientras seguía recordando. No todo fue tan malo ese día, incluso con lo traumático que resultó serle, consiguió algo que hasta el día de hoy conservaba y valoraba como nada más.

Ese día, conoció a Horacio, su hermano de otra sangre.

La vibración del portón al ser golpeado lo fue trayendo poco a poco a la realidad.

El perro que iba a atacarle ahora estaba siendo retenido por su niñera mientras escondía la máscara que utilizó para espantarlo. Luego, arreglándose el cabello se dirigió a la puerta, y de un empujón me movió.

No podía ver nada más que el verde oscuro de la puerta, pero escuchaba claramente a otro niño, que tímidamente preguntaba sobre el llanto y los gritos que había escuchado junto a su padre.

-No sé de qué hablas, te pido que te vayas-. La molesta y chillona, que desde ese momento le empezó a causar repulsión, voz de su niñera se hizo escuchar en un tono despectivo hacía el niño.

-Horacio, déjalo, ya llamé a la policía, no deberían tardar en venir a ayudar a resolver esto-. Ahora, una voz calmada y comprensiva se escuchaba, dirigiéndose a un tal Horacio, que suponía era el niño que habló primero.

-¡¿Cómo que llamaron a la policía?! ¡Si esto es un malentendido! Que estaba viendo una película, hombre, y el niño se asustó-.

-Pues cuando venga la policía el crío podrá contarlo él mismo, y si no le es molestia, nos gustaría verlo-. Era obvio que mi niñera se iba a negar, pero sin pensarlo mucho corrí para poder rodear la puerta y salir de la casa. No fui muy lejos, tan solo me escondí detrás de las piernas del hombre alto.

El señor tenía un pelo castaño con unos ojos que, por lo que podía ver, eran verdes. Vestía muy simple, una remera negra junto con jeans azul oscuro y unas converse negras. Lo que resaltaba era un sombrero de pescador también de un color oscuro. A su lado, mirándole curiosamente, se encontraba un niño con cresta azul y ojos verdes como, suponía, su padre. El niño era más alto que él, y poseía una sonrisa tierna mientras miraba en su dirección.

Su niñera, hastiada y preocupada estaba por regañarle por salir de esa forma de la casa cuando unas sirenas le distraen. Notó como sus nervios crecieron al ver que no eran cualquier policía, sino específicamente el superintendente y su comisario de mayor confianza, Volkov.

En cambio, él sintió una emoción grande al ver a su padre con ese porte elegante y demandante bajando del vehículo. Sintió sus ojos cristalinos por las lágrimas que quería soltar y corrió a sus brazos, buscando un refugio más conocido. Su padre, contrario a lo que muchos pensaron, lo abrazó con fuerza. No esperaba que su pequeño niño estuviera involucrado en un aviso de maltrato infantil.

-¿Qué coño pasó acá? Gustabín, espera en el auto- al escuchar la orden de su padre se negó, no quería separarse, no por ahora-. Vale, pero me tendrás que explicar muchas cosas-. No le contesté, simplemente escondí mi cabeza entre su cuello y me apegue más a él.

-Superintendente-. Se notaba en su voz un toque de irritación, más aún seguía escuchándose relajada, como una caricia.

-Armando, tsk. Habla, no tengo todo el día-.

-Mire, mi hijo, Horacio, y yo estábamos volviendo de un lugar cuando escuchamos gritos y un llanto muy fuerte. Primero pensé que era simplemente el berrinche de un niño, pero luego se escuchó una risa y los ladridos de un perro. Ahí fue cuando mandé el aviso. Mi hijo tocó la puerta y estábamos teniendo un altercado de palabras cuando el niño salió corriendo de la casa a esconderse atrás mío. Por lo que no creo que sea simplemente una reacción a una película- dijo lo último ahora mirando a la única mujer de aquí. Ella parecía muy enojada, estaba por contestar cuando mi padre la interrumpió diciendo que subamos al patrulla, diciendo a Volkov que conduzca.

El padre de Horacio, que ahora sabía se llamaba Armando, sentó al niño en sus piernas alegando que no dejaría a una mujer abusiva cerca de lo más preciado que tenía. La mujer a regañadientes se sentó junto a Armando en la parte de atrás del patrulla, mientras Volkov que todavía no había participado de la conversación encendía el auto ya en el asiento de conductor. Mi padre de copiloto me sentó en sus piernas mientras intentaba ponernos el cinturón a los dos para que si había algún choque no nos pase nada muy grave.

Todavía tenía hambre, y sueño. Pero incluso si intentaba dormir durante lo que durará el viaje, no podía por la necesidad de comida.

-Papá, tengo hambre- dije, mientras me acariciaba el estómago. Mi padre me acaricio el pelo y me dió un corto beso, mientras me decía que ya en comisaría compraría algo para mí.

-¡Yo también tengo hambre! Por cierto, ¿Tu nombre es Gustabín? Nunca lo había escuchado.- desde atrás se escuchó la voz del otro infante, yo simplemente me reí.

-Soy Gustabo con b de bonito. Y no te preocupes, te puedo dar algo de mi comida.-

-¡Yo soy Horacio con h de héroe! Gracias por querer compartir tu comida conmigo.-

Luego de ese día, Horacio y yo nos volvimos inseparables, siempre jugábamos. Él era un año mayor que yo, por lo que en primaria solo nos veíamos en recreo, pero reprobó el segundo año de secundaria y ahora cursamos juntos.

El recuerdo me sacó algunas lágrimas, y cortando horizontalmente una venda por la mitad, cubrí el corte que me había hecho anteriormente, no sin antes desinfectar la herida con alcohol.

Recordar a Horacio siempre le sacaba una sonrisa.


.•°-Author-°•.

Está más corto que los anteriores si mal no recuerdo, pero tampoco quería alargarlo más. Además me gustaba la idea de que el recuerdo terminara cuando se presentaban formalmente.

Tengan lindo día/tarde/noche ❤️

Cut Or Cure - GustaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora