Os Drugs-UPSAHL Willgan

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Se despertó, buscando en la cama a su pareja, pero no la encontró. Sonrió "me estará preparando el desayuno?" Esperó en la cama a que Fargan llegase con una bandeja en su mano como en las películas. Tan inexperto era? ¿Era el más codiciado y al mismo tiempo el más inuit en el amor? Al parecer si.

Tras pasar media hora, no escuchar ningún ruido y a pesar de que le llamase y que no viniera, se preocupó. Se paró de la cama, colocándose una remera, hubiese buscado la del morocho, pero ninguna prenda de él quedaba en la habitación "Ya se vistió?" pensó.

Llegó a la cocina viendo que allí no había nadie, tampoco señales de que alguien había preparado algún desayuno o siquiera comido algo -- Fargan? -- le llamó y nadie respondió. Extrañado buscó encontrándose con que las llaves de la puerta estaban en la mesa del living, se acercó a la puerta para verificar y efectivamente, estaba abierta. Un vacío cayó en él en cuanto se dio cuenta que el muchacho de ojos ámbar se había ido, sin dejar rastro, sin decir adiós, ni un último "te quiero". Realmente él había sido el idiota que se había ilusionado? Por que pensó que esto era diferente? Tal vez porque en serio sintió chispas entre ellos? O solo fue un efecto más de la cocaína?

Dolido fue hacia al baño, tomaría una ducha para sacarse lo sucio que se sentía. Nunca había sido así. Él es el que abandonaba la casa en la mañana, quien no se despedía, quien no volvía a llamar, pero esta vez le había tocado vivir en carne propia el dolor de cuando alguien te interesaba y al otro día desaparecía.

Tenía tantas dudas y mucho dolor en el cuerpo. No se sentía nada bien. Se miró al espejo, viendo la cantidad de marcas que tenía su cuello, espalda y pecho. Lo amoratado que estaba su culo por los azotes y los rasguños cerca de su entrepierna. Parecía haber peleado con un monstruo.

Se metió en la ducha, deseando que el agua curase todos sus males y le quitase el dolor que cargaba dentro. Luego le buscaría por Twitter, por Facebook e Instagram, tenia que encontrar a Fargan. Tal vez todo esto era un simple error, una simple equivocación. Sentía que el destino le pedía a gritos que localizase al chico de ojos ámbar. Lo que no sabía es que lo que el destino tenía previsto para él era mucho dolor, más de lo que jamás había sentido y menos de lo que él le había regalado a otras personas.