「 ❝Eʟ ɢʀᴀɴ sᴇɴ̃ᴏʀ❞ 」

ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ ᴏ ɪɴᴏᴄᴇɴᴛᴇ

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Empezando con todo.

El amor que brillo en sus ojos tan jóvenes, viniendo de una familia tan rota por sus padres, lo que era el matrimonio hasta esos momentos era horrendo para aquellos, el amor era abstracto para sus ojos, esos tiernos verdes eran los que veían tan borrosos los cariños adultos, los tratos desquiciados de las personas que daban el ejemplo de la busqueda de amor ajeno, la que sería para el chiquillo aprobación de un hombre mayor que él, como lo sería en años después, con el tiempo y a crecer, buscando amar, que le amaran.

Mientras que las palabras de relatos de sus libros favoritos, serían tantas que eran marcadas con labial brilloso, amadas por sus letras, los mensajes apasionados de un amar, para que nuestro amigo fuera a criarse tan ingenuo, suspirando por las cosas que decían los sabios que guardaban historias románticas, tan poéticas llenas de la pasión naciente en cada narración, llenandole la cabeza de historias felices que terminaban en el amor perfecto de brazos pulcros. Historias que enfrascaban la cabeza del chico, tan joven alma pensante en encontrar su amor de verdad, en un mundo donde podían muchos amar a más de uno solo, lo que le llegaría a estar en muy pocos brazos para establecerse con uno solo.

He iba de año en año, de libro en libro fue caminando más en el sendero de la vida, pasando en un papadear desde los diez a los dieciséis, tratando de encontrar en su andar algún afortunado que le cortejara ese puro corazón, sin negar nada, le hacía la ilusión que le pasará pronto, pero al parecer la vida no le tomaba aún enserio para eso, pues cada que se interesaba en buscar más alla con alguien le llegaría la mala racha y terminaría estando una vez más solo, como la primera vez.
Hablando de eso, si bien este era bueno para todo y eso le daba muchas puertas a las personas, no sabía que le ocurría cuando llegaba el momento, si se enganchaba a alguien se ilusiona hasta perder el corazón, para enterarse que sería malo, para él más que nada, viendo que ese amor se desteñia por otro interés en el ajeno, llevándolo al inicio, solo y en busca de más dulce para el agujero amargo del corazón, volcado en soledad.

Los días de amor, corriendo por el viento diario del mes, siempre solo en febrero, como cada feo año, contando cada paso por las calles de flores y entidades amándose frente a otras, mostrando el cariño que le haría envidiar cada parte de su ser por no recibir ni un querido amor, horrendo sería el decir que estaba despojado de la flecha de un cupido amargo, andando, mirando cada cara besando otra, hablando de la miel que buscaba en esos fatídicos años.

Y si, llegando a cruzar la calle con molestia vería los espectáculos de cartas, así como de exquisitos chocolates, siendo aún así que ninguno le sería entregado a tan temprana edad.

Un año, siendo la buena suerte que le rio en sus sueños noches anteriores, el pensamiento de caminar solo para despejar la bruma de voces gritando de amor, sería la noche que llegó un corazón a sus manos, la carta maga de un corazonada as, que de los pies a la cabeza a mitad de una tienda de bellas flores fuera caería entre sus dedos por el viento, ahí pararía para verlo, la primera punzada que sentiría verdadera en su vida de enamorado. La silueta de un apuesto varón correría hacia él, con los brazos extendidos, agarrandolo por sorpresa al quedar tan cerca, en un abrazo de extraños, con ojos tan abiertos y la luz dándoles calor dejando de lado a la oscuridad, profundo aroma a colonia lo envolvería ante las manos grandes que andarían aferradas a su cuerpo, siendo ajeno, no sabía que decir, entrando en el ahogó del afecto; tendría el ligero pensamiento de gritar, no sabiendo si de frio miedo o lo que sería el alegre cantar de su pecho, amando un profundo abrazar, pero quedando quieto por el otro, pues cuando se le soltó le miro a los ojos y quedaría hipnotizado por su bello color, por la cara agradecida, más las palabras de sus labios, con las manos tomando las suyas, las de un completo hombre extraño.