ᴇʟ ᴍᴇ ᴍɪɴᴛɪᴏ

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Que podiamos decir de lo que le pasaba a su cabeza cuando se entero de esa traición, que simplemente de todo eso era un gran dolor directo al corazón teñido, pues la historia lo mandaba del lado incorrecto, lado del cual era el desdichado y cuerneado, muerto para estar viviendo mil y un infidelidades, en donde el cuerno bien le plantaba cara de un ser solo suyo, cuando era una mentira, que castigo y dolor. Él era parte de un secreto de amor, no era a quien le cambiaban el nombre, ni la posición le favorecia, no era ese lugar juguetón del que estaba involucrado su marido, quien diria que ese dado no era la gloria del diablo.

A todo esto lo peor de aquel dia no fue la confesión de la dama, fueron las negaciones y las mentiras más que evidentes del diablo, todo por quedarse con la misma situación que habia formado desde hace tiempo, con dos detrás de sus cuernos y nada más con la diferencia de que a uno le dio el anillo, mientras que al otro la pasión desenfrenada.

Que desgracia habia sido ver a los ojos a su compañero cuando las garras se enterraban en sus mejillas y eran esos orbes rojos los más traicioneros que habian sentido sus debiles latidos, era él aquel con cuernos sin ser el rey del infierno, siendo solo un ciervo, la infidelidad a sus espaldas y la negada de todo, le mataba más que las palabras de amor que le daba el demonio; no paraba de culparse a si mismo por todo, no dejaba de pensar en que era por su aspecto, porque no entregaba lo mejor de si mismo, por su mal envejecimiento, por ser él.

Para el joven el culpable al principio fue el mismo, quien le dejo al descuido al otro y que por eso se fue a buscar más atención, a alguien que lo llegara a atender como debia, no más que el. Si, eso penso al principio, porque recién se le desteñian los ojos de la oscuridad, de esa cegera severa de amor, pues fue duro, porque se veia como el malo de todo, matandose con los minutos, matando a su propio yo interno por crear la idea de que Devil mendigaba amor por poner a otros antes que a él, si, era estupido, pero solo al comienzo de la velada, solo cuando el demonio le rogaba que hablaran con calma y soltara palabras sin llanto desesperado, que dejara de abrazarlo por enterrar la cara en su pecho, ahogando explicaciones del telefono suelto.

Esa escena de gritos callados, de reclamos internos fue la más fuerte para un día tan alegre, pues aún estaban alejados de la fiesta y de los niños obtenidos, porque todo se iba colgando de una línea delgada, balanceando su peso para no llegar a caer, no en un pasillo iluminado y lleno de la sola presencia de ambos para charlar, menos cuando a la lejanía se oían los gritos de alegría de sus hijos y los invitados de los dos, el diablo no deseaba obtener la atención innecesaria de personas ajenas al problema, no con un dado que se derrumbaba a cada segundo y temblor de las palabras, no quería una mala imagen para su reputación, una que estaba podrida entre tantas rosas rojas de jardines ajenos.

- Mi rey, por favor, para de llorar, te lo suplico - rogaba a voces bajas, susurrando para callar lo más posible al otro de sus berridos - No estamos para hacer una escena corazón, por favor, hasta de rodillas te lo pido, dame una sonrisa - limpiaba desesperado las lágrimas de las mejillas de Dice, rasguñando accidentalmente en el proceso al hombre, sacando una queja fuerte de él.

Irremediablemente, Dice seguía en llanto naciente, ¿Quien podría soportar lágrimas cuando tenía el corazón hecho trizas? Estaba muriendo desde dentro, apretando todas las palabras y gritos que en un momento saldrían por la cantidad de agonía que se acumulaba, King Dice no quería ese toque muerto y frío que ahora sentía al saber que otra sentía uno cálido, ese tan amoroso como le pasó alguna vez, nuevamente cayendo en la culpa de su vejez.

- Aunque sea una chiquita, una sonrisita de mi más bello rey - beso el rasguño, se le pegó a un lado del cuerpo y apretó su cintura - Mi esposo no puede llorar y hacer que otros se enteren, eso no lo hace mi consentido - entro lentamente a su mente, enmarañando sus ideas y amarrando con hilos rojos todos los pensamientos, acorralando esas nefastas lágrimas - Vamos a la fiesta mi amor, vamos a disfrutar del cumpleaños de nuestros vástagos, hay que celebrar con ellos, anda sonríe - encarcelando sus expresiones, para caminar lentamente por el pasillo, dejando colgado el teléfono, fuera de línea o no, nunca colgó cierto, simplemente no le importo al otro - Y lo que sea que te puso así de mal, ya verás, yo me encargaré personalmente de ello, mi amorcito - alejándolo de la asquerosa realidad, dándolo los pasos necesarios para hacerle cambiar de expresión a una más tranquila a su petición.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2023 ⏰

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