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A lo largo de su vida no había viajado mucho en avión, las ocasiones las podía contar con una sola mano y sobrarían dedos. Entonces, entendió que su padre estaría molido en cuanto llegarán al hotel de hospedaje y dormiría tanto que Stiles se preguntaría si siquiera planeaba conocer la ciudad. El sheriff también sabría que su hijo lanzaría las maletas en el rincón más lejano de la habitación, y saldría disparado como si tuviera fuego en sus zapatos.

Pero seamos comprensivos, Stiles Stilinski era un pequeño frasco de energía hiperactiva que corría el riesgo de estallar si no lo abrías aunque sea una vez al día, aunque en el caso de un humano como el, sacarlo a pasear.

Nada realmente explosivo, sólo salir a caminar por las calles, ver los altos edificios, la gente pasar, comprar un algodón de azúcar en un puesto ambulante para después tirar el cono de papel en un bote de basura cercano, incluso le dio cinco dólares a una niña que le pidió dinero y le dio una cálida sonrisa.
Después de estar dos calles abajo del puesto de algodón de azúcar se dio cuenta que tal vez debería comer algo, también podía llevarle algo a su padre, si es que no se lo come como desayuno porque su padre no se levantaría aún.

Camino un poco más entre las calles naranjas (tal parece que todos en ese lugar tenían el mismo gusto de colores), entró en un callejón y pareció que había cambiado de ciudad, era más oscuro que el resto de la arquitectura. Tonos fríos, le recordó un poco a Beacon Hills, tal vez por eso entró con confianza al restaurante-bar que tenía un letrero luminoso donde se leía: Demon Blood.

Gran nombre si le preguntaban.

Una campanilla sonó cuando abrió la puerta y entró al lugar, no había gente, supuso que era por la hora del día, parecía más un lugar nocturno donde invitarías a la persona que te gusta a cantar karaoke y cantarías una canción de amor para ella, aunque ni siquiera tenga idea.

Se sentó en la barra y pronto una chica se acercó a él para tomar su orden, cabello rizado corto, piel morena, no demasiado alta. —Hola, buen día, soy Maia, ¿puedo tomar tu orden?

Miró un poco los tableros detrás de ella, indeciso por pedir, y nerviosismo por hacer esperar a la joven dijo —Uhm, sí, claro, tráeme tu mejor recomendación —le sonrió con nerviosismo.

El viaje había sido muy pesado, según el sheriff, aunque el hiperactivo de su hijo estaba más fresco que una lechuga.

A ojos de Stiles, Brooklyn era hermoso, por lo tanto una vez dejando sus cosas en el hotel no dudo en salir a recorrer los alrededores.

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Al pasar por una calle poco transitada, logro divisar un restaurante-bar, así que emprendió marcha hacia el lugar.

Al entrar, lo primero que miro fue una hermosa joven de piel morena y cabello rizado atendiendo la barra y un hombre adulto junto con un joven mayor que él, pero ambos con muy buen aspecto.

Se sentó el la barra, dónde la joven se acercó a atenderlo, una vez que la joven se dió la vuelta para preparar su pedido, logro ver en el cuello, de la misma, una marca de lo que parecían ser garras.

Se llamo a sí mismo paranoico, pero, no podía evitar pensar que esa marca era muy similar a las que hacía Scott en su primera luna llena.

Fue entonces cuando la joven regreso con su comida.

- Aquí está tu comida....

- Stiles, me llamo Stiles

- ¿Eres nuevo aquí?, Es que no me pareces conocido.

- Si, vengo de vacaciones con mi papá. Oye ¿Qué te pasó en el cuello?- Dijo apuntando la marca.

¿Mundo de las sombras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora