NUNCA DEBES ROBARLE A UN MUERTO

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Esto empieza como cualquier historia de terror, una persona como yo que no creía en fantasmas, pero al ser humano le gusta aprender a la mala, no hacia caso de advertencias, paso en aquel cementerio que se encuentra lejos de la ciudad, como cada año visitaba a mi padre y madre, iba sola a dejar unas cuantas flores y recordarles cuanto los extraño, caminaba entre la tierra húmeda pues minutos atrás había caído una pequeña lluvia, mis pies se llenaban de lodo y me costaba trabajo caminar.

Cuando llegue coloque las flores y toque la cruz de metal fría, recordaba buenos momentos, estuve un rato ahí, el cielo seguía nublado, podía apostar que llovería de nuevo en algún rato, decidí caminar para volver a casa, mis pequeños se quedaron con su padre y era hora de volver, de camino a la salida pude ver algunos juguetes en una lapida, eran juguetes maltratados por el tiempo pero de eso resaltaba un peluche que parecía reciente, se veía limpio y estaba muy bien cuidado.

Voltee a ver si había alguna persona cerca, tal vez era de algún niño que lo olvido, porque sinceramente ese peluche alguien lo tuvo que haber dejado antes, de ese pensamiento te das cuenta de la calidad de aquel peluche, era bueno, me gano la tentación y como busque pero no encontré lo tome entre mis manos y me lo lleve a casa, se que esta mal robar y sobre todo en un lugar sagrado pero lo había encontrado y no lo iba a dejar ahí.

Cuando volvía a casa mis hijos me abrazaron, yo les dije que tenia una sorpresa y les entregue aquel muñe-quito que había encontrado, ellos muy emocionados me dieron las gracias y se fueron a jugar, mi esposo comenzó a preguntar que ¿en donde lo había encontrado?, yo le dije que por ahí y deje el tema, no le iba a decir que lo encontré en el panteón, se asustaría y lo tiraría de inmediato.

Más tarde la lluvia me había seguido, las calles se mojaban, el viento se hacia frio y el ambiente estaba húmedo, era un día para acostarse en la cama y ver una película, pero antes fui a la cocina a preparar palomitas, las luces estaban apagadas pues aun se veía, prendía la estufa cuando escuche una risa de niño, no me sorprendió mucho porque tengo dos pequeños pero cuando escuche pasos comencé a tener miedo, quise pensar que era una broma pero no pude encontrar a ninguno de mis hijos por ningún lado, subí a su habitación y los vi ahí, fue bastante extraño, pero no dije nada.

Llegue al cuarto y mi esposo noto mi rostro aterrado, seguí con la decisión de no decir nada y continué como siempre, por la noche cuando estábamos apunto de dormir, mis hijos gritaron, fuimos corriendo rápidamente y encontramos al más pequeño en el suelo, se había caído de las escaleras, era grave, mi esposo lo subió al auto y lo llevo al hospital, yo me quede con el más grande que me contó que estaba asustado porque afirmaba haber visto a alguien empujando a su hermano.

Le pregunte más y solo me decía lo mismo, un niño como de su edad peleaba por ese peluche, su hermano no se lo quiso dar y este lo empujo, comprendía todo, era ese peluche, mi hijo más grande también me contó que aquel niño o fantasma lo había amenazado, dijo que si no entregaba el peluche esta noche, los dos morirían, podía ver en su rostro el miedo que sentía, estaba diciendo la verdad.

No se como ni porque pero se fue la luz, la lluvia no era fuerte y no tenia mucho sentido, escuchaba los mismo pasos de hace un rato, sabia que aquel espíritu venia por aquello que le pertenecía, suplique para que no le hiciera nada a mis hijos, sabia que yo tenia la culpa y mis pequeños no tenían nada que ver con esto, en ese momento lo vi, un pequeño como los míos, me dijo que le había robado algo y si no lo devolvía, el me robaría a mi lo que más quisiera.

No lo pensé dos veces y fui en un taxi al cementerio, deje a mi pequeño solo pero yo llevaba el peluche, fue un largo viaje y estuve llamando constantemente a mi hijo, pague mucho y cuando llegue al lugar ya estaba cerrado, ya me lo esperaba y subí a una barda, estaba oscuro, encendí la linterna de mi teléfono para caminar entre las tumbas, el cementerio era más aterrador que nunca, pero era la vida de mis hijos, deje el peluche donde lo había encontrado, quise llamar a mi hijo de nuevo pero mi teléfono se quedo sin batería, no me preocupe y volví a casa, pensaba que todo había terminado, pero no.

Cuando llegue a casa vi a mi hijo tirado en el piso, estaba muerto, las luces estaban encendidas, había llegado tarde, comencé a llorar desesperadamente, cuando logre controlarme un poco llame a la policía y después a mi marido con el teléfono de la casa, el me dio la gota que derramo mi alma, mi otro hijo había fallecido en el hospital, se desangro, grite desgarrada mente con todo mi ser, había perdido todo lo que quería en un solo momento.

A partir de ese día nada fue igual, me divorcie, pero aprendí una lección de vida, no solo aprendí a no robar, aprendí a respetar lugares sagrados como lo es un cementerio, si, aprendí, aprendí a la mala y de una terrible manera, perdí lo que más quería, perdí mi vida y todo en un momento, recuerda bien esta frase, "Al ser humano le gusta aprender a la mala ", nunca le robes a los muertos, pues ellos, también saben robar.

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