Al día siguiente estaba sentado en su estudio, haciendo trazos para la temporada que venía y para la cual ya estaba atrasado si quería sacar la línea a tiempo.
Siempre era lo más difícil del diseño: empezar los bocetos; le costaba más trabajo decidirse a siquiera empezar a hacerlo que incluso finalizarlo.
Y todo era a causa de una extraña y vergonzosa costumbre de la cual no lograba deshacerse y que llevaba con él desde sus años de estudio, y trataba acerca del modelo que dibujaba para sus bocetos.
Siempre el mismo, independientemente del tipo de ropa que fuera a diseñar, siempre terminaba haciendo el-maldito-mismo, y si intentaba cambiarlo, para hacer el proceso menos incómodo y poder dejar de sonrojarse como un estúpido adolescente cada que empezaba sus diseños, simplemente la inspiración para dibujar la ropa se le esfumaba. Era como una especie de ritual, un vergonzoso ritual.
Siempre dibujaba a su amigo de la infancia, Izuku Midoriya. Nadie lo habría notado al primer vistazo, por supuesto, no dibujaba su cabello rizado, ni sus ojos brillantes, tampoco sus adorables pecas, era algo más allá, y que, sabía bien, era aún más bochornoso que conociera de memoria; era su construcción ósea entera, el ancho y largo de todas y cada una de sus extremidades, las curvas de sus piernas, la simetría de su rostro. Pensaba en la forma de su cuerpo entero, parte por parte, y la plasmaba en papel antes de empezar a diseñar, y solo así lograba inspirarse.
Nadie veía esos bocetos, porque eso eran, derramaba en esas hojas toda su creatividad con ayuda de unos cuantos lápices, sin mucho orden ni sentido, después pasaba las ideas finales a digital y de esa manera creaba los catálogos. Él era el único que sabía acerca de su secreto, pero aún así era terriblemente vergonzoso y humillante.
Le gustaba Deku, lo había admitido hace mucho más tiempo del que le gustaría, pero lo que él sentía no importaba, realmente no lo hacía, porque había sido capaz de reconocer la manera en que a este le brillaban los ojos cada vez que el bastardo mitad y mitad se acercaba a saludarlo, y como las mejillas de Todoroki se coloreaban de un estúpido rojo que hacía juego con la parte izquierda de su cabello cada vez que Deku reía. Además, no era como si le amara, sólo que nunca una persona lo había querido tan incondicionalmente como Midoriya, quedándose a su lado en las buenas y en las malas, incluso cuando él mismo hizo de todo para alejarlo, y él, demasiado tonto, pensó que esté estaría ahí para siempre, corriendo trás de él por el resto de sus días.
Y no era como que fuera a meterse en la relación de aquellos dos, porque sabía que lo que tenían, incluso si ellos mismos no se daban cuenta, era mágico y único y sagrado, y ni siquiera él, que tenía fama de tomar lo que quería sin importar que, se atrevería a arrebatarles aquello. Pero, aún así, no podía evitar preguntarse si, de haber actuado distinto, las cosas habrían sido diferentes, si en algún "quizás" lejano podría dejar de sentirse así de sólo.
Un enojo irracional lo invadió, y aventó el lápiz que sostenía en su mano contra la pared con todas sus fuerzas, lo que provocó que se rompiera en varios pedazos.
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Little Dragon
FanfictionLa historia de un chico que se siente solo y un Dragón en busca de un propósito. 💥 KiriBaku/BakuShima. 💥 Universo Alternativo. 💥 Fluff y comedia (o algo así).