« No sé si sabes esto, pero cuando nos conocimos me puse tan nervioso que no podía hablar.
En ese mismo momento, encontré a la indicada y mi vida encontró la pieza que faltaba... »
–Ya es hora –murmuró Fanatio, sonriendo ampliamente.
Los principales miembros del Consejo de la Unión se habían tomado el día libre por la ceremonia, por lo que la caballero lo había acompañado hasta el santuario en donde se llevaría a cabo la celebración. Al parecer había terminado su única tarea y se sentía ociosa; sin embargo, Kirito estaba seguro de que su verdadero trabajo era escoltarlo hasta el altar para evitar que escapara a algún lugar del Human World.
Y a pesar de que le parecía absurdo suponer que escaparía de aquella dulce responsabilidad que habría de recaer sobre él, agradecía infinitamente que Asuna estuviese allí, acompañándolo con su luz.
Sí, aquel hermoso astro que llevaba el nombre de su amada, había sido la primera estrella en aparecer. Aquella mensajera celestial siempre estuvo apoyándolo, mimándolo y guiándolo todo ese tiempo, y ahora estaba por bendecir ese perfecto lazo denominado matrimonio.
Sin vacilación alguna, se distrajo algunos segundos mirando la profusa decoración que envolvía aquel lugar. Había miles de luces titilantes colgando de los grandes bloques de piedra que coronaban el perímetro, a los que habían añadido guirnaldas de rosas y azahares blancos. El Santuario de Stacia se encontraba en un valle rodeado por el Bosque del Norte, junto a la Cordillera del Borde, cerca del Pueblo Rulid.
En su interior, había un altar orientado hacia el Norte, con un círculo de flores blancas en el suelo y cuatro velas situadas en los cuatro puntos cardinales. Sobre el altar se encontraban una vela dorada, que simbolizaba la luz de Solus; otra plateada, los sueños de Lunaria; una blanca para honrar a los presentes; un cuenco con una sustancia cristalina muy parecida a la sal y otro cuenco con agua. Si bien Fanatio se había encargado de explicarle el significado de aquel profundo y mágico ritual, el joven rey no terminaba de entender los motivos por los que Asuna no había preferido hacer todo eso a la manera tradicional.
Detrás del altar se encontraba Ayuha-san, que era la directora de la División de Artes Sagradas y quien se encargaría de dirigir la ceremonia. Ella iba a dirigir la boda.
Su boda.
Kirito jadeó al recordarlo. Estaba hecho un manojo de nervios. Concentrarse en la decoración no había sido de mucha ayuda, las rodillas le temblaban tanto que no se atrevía a dar ningún paso. Ciertamente, no era la primera vez que iba a casarse, pero la ceremonia en SAO era bastante sencillo. Apretar un botón SI/NO era mucho más fácil que responder "sí, acepto" con fuerza y firmeza frente a una multitud de rostros. Sin embargo, aunque aquellas palabras parecían ahogarlo justo ahora, estaba dispuesto a repetirlas una y otra y otra vez. Las veces que fuesen necesarias, en ese mundo y en cualquier otro.
Obviamente, suponía que era más fácil pensarlo que decirlo, pues en el momento en que la música se transformó lentamente en una nueva melodía, empezó a hiperventilar y su cuerpo se estremeció cuando el tacón de los stiletto de la diosa demandaron ser escuchados.
La caballero se echó a reír mientras posaba la mano en su espalda para darle una fuerte palmada que casi lo hace caer. Fue entonces que Kirito se volvió hacia su diosa y su mirada rápidamente se encontró con la de ella.
– ¡Oh, chico! ¿Acaso no es hermosa?
Kirito solo atinó a asentir. Apenas si era consciente de que Deusolbert se encontraba a su lado, sosteniendo el brazo de Asuna. Ahora... solo podía pensar en ella y en lo que había hecho en otro tiempo, en otras vidas, para encontrarse en ese instante a su lado, para poderla merecer.
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Estrellas de Papel
Fanfiction✩ Antología Real de Underworld. ✩ Lo mismo pero ordenado cronológicamente. → Fanart por なほまる不在 [@Na___cccc] en Twitter