¡16!

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Ante su sorpresa, él se inclinó y la besó en la mejilla.  Fue un beso que apenas la rozó, un veloz contacto de labios sobre la piel, pero mientras se apartaba, supo que estaba ruborizada.  Probablemente, se dijo poniéndose en pie, por el modo en que todos los demás le miraban fijamente.

Jace en particular no podía dar crédito a lo que habían visto sus ojos.  Si las miradas mataran, en la lápida de Simon, debajo de la estrella de David, hubiera estado esculpida esa fecha.  Intentó reclinarse más en la cama, pero su hombro izquierdo le pasó factura, sintió un ramalazo de dolor que lo volvió a la realidad.  Soltó aire entre sus dientes para no quejarse.  Nunca cerca del mundano.

Tal como lo había anunciado Alec, Hodge llegó con su ya gastada caja de madera llena de extractos, esencias y jarabes.  Jace puso los ojos en blanco. “Preparen sus cámaras, señores, el discurso comienza en 3, 2…”

--No me dejas alternativa –le dijo acercándose a su cama con una mirada claramente reprobatoria. “…y 1, lo siento, se adelantó”, pensó desde su cama. –Esto deberá ser informado.  Pero lo que más me molesta,

--Es la mentira –recitó con la mirada hacia arriba, como si estuviera diciendo algo que aprendió de memoria.

--Es la mentira –repitió –no solo te has puesto en peligro, algo que aparentemente no te molesta…

--En absoluto –lo interrumpió.

--Lo peor…

--Es que arriesgué la vida de otras personas –volvió a interrumpir con su tono de alumno de secundaria.  Soltó un suspiro.  No quería mirar a Hodge.  No tenía ganas de pelear.  No tenía ganas de hablar.  Ni de que le hablaran.  En su mente se reproducía el beso que Simon acababa de darle a Clary y le costaba mantenerse quieto mientras le hacían las curaciones.

Hodge abrió la boca para protestar, pero la cerró inmediatamente.  Se había dado por vencido. Conocía a ese chico tanto como si fuera su hijo y sabía de sus problemas con la autoridad.  Sabía que en ese momento, frente a toda esa gente, no lograría que lo escuche.  Tal vez a solas, más tarde, cuando los ánimos se calmaran, existiría la posibilidad de hacerlo entrar en razones.  “Suerte con eso” pensó para sí mismo, y tuvo que reprimir una sonrisa.  Jace era imposible a veces, pero era hora de una conversación seria… esto se había salido de los límites, incluso para alguien como él.

--Lo que yo no entiendo – intervino Alec bajándose del alféizar de la ventana donde estaba sentado –es por qué no nos avisaste lo que iban a hacer.  Isabelle y yo estábamos a la salida de la fiesta –se dirigió a Hodge –te hubiéramos acompañado.

--¿Para seguir con todo ese drama de chicas? –Dijo Jace con la voz entrecortada mientras Hodge trabajaba en su hombro.  Simon lo miraba con una mueca de dolor en su cara, como si fuera a él a quien le estuvieran reacomodando los huesos.

--¿Otra vez con lo mismo? –levantó la voz Isabelle echando sobre su espalda la gruesa trenza oscura con la que había estado jugueteando –no me llegó el memo que decía que era niñera de él –señaló a Simon y en su voz se notó que estaba a punto de llorar otra vez.  Se irguió digna y salió del cuarto dando un portazo.

--No fue su culpa –musitó Simon –fue solo mía… es que me sentía tan fuera de mi ambiente que…

--Eso es lo que pasa cuando uno anda con mundanos –replicó Alec mirándolo con desprecio y cruzando los brazos en su pecho.

Jace soltó un suspiro profundo.  Hodge había terminado.  Intentó mover el hombro y notó que ya no era tan doloroso.  Inmediatamente se sentó y se dirigió a la puerta.

Clary cumple años...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora