Capítulo 0: Infección

289 69 45
                                    

La brisa se sentía como caricias por todo su cuerpo, sobre todo en su rostro. Se encontraba bebiendo un refresco, un sabroso elixir para su garganta, el cual como estudiante de medicina sabía que era veneno para su cuerpo.

Podía sentir toda la tranquilidad y calma en la pequeña montaña en la cual se encontraba, viendo el sol ocultarse en el horizonte dando paso a las nubes de tonos anaranjados y a la recién saliente luna.

Volteó para encontrarse con Eric, su mejor amigo quien tenía un palillo entre los dientes observando el cielo, algo decepcionado, puesto que mientras él se encontraba en una de las mejores universidades del país, estudiando la carrera de sus sueños, su amigo en cambio había sido rechazado y perdido la oportunidad de una beca en escuela de marina de los estados unidos.

— Marico esto es una verdadera cagada, o sea, malditos gringos ¿Enserio me rechazaron por ser latino? Tenía un promedio sobresaliente de veinte puntos y en la prueba física saqué a mejor nota ¿Cómo es esta verga posible weon? —exclamó Eric con molestia y auto prestigio, pues a diferencia del, su amigo venía de un largo linaje de generales y militares de alto rango, a pesar de su increíble léxico claro estaba...

—¿Qué tal si metes una carrera acá? En cualquier universidad te aceptarían; puedes venir conmigo a Carabobo o a la central en Caracas; digo, si quieres, tu padre dijo que de no entrar a la marina serías un increíble doctor o abogado —le respondió su amigo terminándose el refresco para levantarse y sacudirse la grama y tierra que tenía por toda la ropa.

—Tú lo dices muy fácil porque lograste estudiar lo que siempre quisiste, Norman, yo en cambio... —la queja del muchacho se vio interrumpida por un estruendoso sonido que provenía por encima de ellos, no muy alto de hecho.

A lo menos cinco helicópteros de colores amarillos, azul y rojo surcaban los cielos, los colores de la bandera del país, pero lo curioso e impactante fue ver tres más de color verde oscuro, siendo estos de índole militar.

—Te apuesto diez dólares a que hubo un atentado, golpe de estado, ataque estadounidense o una conspiración imperialista contra el Estado —le comentó riendo su amigo para levantarse también y sacudirse el sucio.

—Sí, pero ¿en nuestro estado? Digo, ¿qué es lo malo que puede ocurrir como para que los militares acompañen a tantos helicópteros? —preguntó Norman observando los transportes militares ya a lo lejos, con una creciente duda y ansiedad en su pecho.

—Ya sabes cómo es el gobierno, le encanta exagerar las cosas, ya deberíamos irnos a casa, capaz bajando nos toque el racionamiento de luz y nos toque de paso estar sin agua, o sea, marico, falta que no envíen más comida —le dijo Eric golpeándole el brazo a lo que Norman no le hizo mucha gracia. Ambos venían de familias, si bien no ricas, no les faltaba nada.

Ambos bajaron en carrera por el cerro hasta llegar a la calle pavimentada; ambos vivían... en el estado Carabobo en uno de los pueblos más grandes del estado, uno casi sin grandes centros o demás como las grandes ciudades, pero perfecto para descansar en las vacaciones.

Al despedirse de Eric se adentró en la urbanización saludando a sus vecinos y demás amigos que hizo a lo largo de los años, pensando aun en aquellos helicópteros. Sin aviso su teléfono empezó a sonar y al verlo alzó una ceja en confusión, una amiga muy cercana de la universidad le estaba llamando, la pregunta era ¿Para qué?

— ¿Norm? Es urgente, mi padre está asustado, dice que el país se fue a la mierda, mañana viajo para Alemania como protegidos políticos, prende tu televisión... —casi que le ordenó Clarissa, casi en un desespero y miedo sin igual.

— No entiendo ¿Qué verga dices? Clari ¿Por qué te vas? —preguntó Norman ya nervioso y alterado, entrando en carrera a su casa para correr a su cuarto y encender el televisor.

SIN DESTINO: EL INICIO (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora