DOLOROSO DE RECORDAR

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     °º¤ø,¸¸,ø¤º°'°º¤ø,¸(  DOLOROSO DE RECORDAR )°º¤ø,¸¸,ø¤º°'°º¤ø,¸                                           

                                                                      "¿Porqué volvéis a la memoria mía,

                                                                                         tristes recuerdos

                                                                                    del placer perdido...?"

                                                                                             José de Espronceda

Había pasado todo el fin de semana al rededor de pañales, lloros, berrinches, caprichos y salidas al parque, pero no importaba cuanto la hicieran rabiar, eran sus tres estrellas, sus luces que la llenaban de coraje y la hacían enfrentarse a la vida.

Antes de irse, se aseguró de que todo estuviera en orden, los pañales, el talco, la bañera, la comida para los otros dos... Estaba todo, así que solo tuvo que esperar a que la niñera tocara el timbre para poder irse a clase.

Mientras caminaba hacia allí, intentaba no pensar en lo cansada que estaba. Había trabajado durante tres horas antes de volver a cuidar a los niños y después ponerse en camino para ir a estudiar. Ser enfermero no era fácil, al igual que los médicos, debía estar 24 horas disponible para una posible llamada de emergencia.

«Tu puedes Brisa, puedes aguantar»

Agradeció al universo cuando por fin llegó, al paso que iba pensó que no lo haría nunca.

Después de varias clases llenas de trabajos que entregar, deberes que realizar y trabajos orales, por fin pudo ir a la cafetería para servirse algo y luego encontrarse con sus amigos.

Lamentablemente, la barra tenía una insufrible cola y a pesar de que sus amigos le gritaban que le darían parte de su comida, estaba empeñada en ir y conseguir su propio alimento a pesar de la tardanza.

Al final resultó ser más rápida y pudo tomar lo que ella quería, sobretodo aquel milagroso y dulce postre que le encantaba, pastel de cereza. Solo quedaba un trozo y cuando se dispuso a servirse vio que otra mano también lo quería.

—Tómalo tu, yo puedo servirme cualquier otra cosa —le dijo el chico.

—No, cómetelo, yo siempre lo agarro todos los...—Se detuvo al darse cuenta de quién se trataba.

Sus ojos verdes esmeralda brillaban mucho más que la última vez que se vieron y le sonreían con simpatía.

—¿Qué estás haciendo tu aquí? —le preguntó totalmente sorprendida.

—También soy nuevo en la universidad —respondió sonriente.

—Y yo que pensé que tenía un acosador...

Ray rió fuertemente, haciendo que los amigos de Brisa se extrañaran más de lo que ya estaban.

—No, solo me asignaron aquí, no sabía que te iba a encontrar.

—A todos los que vivimos en Sheffield nos mandan a esta universidad, es la más conocida.—Se quedó un rato en silencio y después dijo— ¿Y tienes donde sentarte?

—Me iba a sentar en la mesa de el fondo, porque creí que no conocía a nadie...

—Entonces ven conmigo —le propuso.

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