“¿Qué tal Amity en la sala de parto esperando a que Luz dé a luz?”
Andy–
El sudor bajaba por su frente y sentía que quería comerse las uñas. Sus pupilas pequeñas, temblaba y su rostro se veía totalmente pálido. Su presión arterial alta y sus corazón palpitando a mil por segundo y a pesar de eso, a simple vista se veía calmada, sabía disimular sus nervios, su estrés. Se veía relajada, pese a ya no podía controlar esa necesidad incesante de querer entrar, tomar a su novia de la mano y finalmente ayudarla con algún método mágico.
¿La razón de porqué estaban en el mundo humano recibiendo a la bebé? Fácil, los partos de las brujas se atendían fácilmente con magia de la bilis. Por eso Amity había intentado convencerla en cargarlo ella, sería más sencillo para ambas, y aún así, Luz la convenció de hacer el hechizo de manera aleatoria. Tocaría por la suerte, así que cuando realizaron la magia, ninguna de las dos sabía cuál era la que estaba embarazada, no hasta un par de semanas después.
“Dah, está bien, la medicina humana sabrá.”
Bualá, ahí estaba Amity en una de las sillas del pasillo, al lado de la sala de parto.
Ser una «Blight mente fría» no le servía, su mente estaba llegando a su tope de emociones y si no hacía algo para sacarlas desde lo profundo de su pecho, explotaría y entraría para asegurarse que todo estuviera bien.
Justo hacía unos segundos, estaba con Luz adentro, pero entonces el médico a cargo le dijo que debía salir unos instantes. Nervios, preocupación, no entendía nada, pero Luz le dijo que todo estaría bien y que fuera con su madre al pasillo. Eso hizo y ahora se arrepentía demasiado.
Tic, tac, tic, tac. Habían pasado 20 segundos y sus mejillas se bañaron de sudor. Ni siquiera hacía calor, era un sudor frío que estaba mojando su piel blanca y su ropa. ¿Los humanos la habían envenenado o algo? Nah, solo era ella misma, nerviosa, ansiosa.
Su respiración no se calmaba y no había notado que le hablaban.
—Amity, linda —la señora le tocó la mano para llamar su atención— ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
Abrió la boca un momento, ¿qué dijo, qué dijo, qué dijo? Intentó buscar a su alrededor una respuesta, pero solo podía pensar en Luz y en el bebé, en Luz y en el bebé, el bebé y Luz…
—Quiero entrar de nuevo, necesito verla, señora Camila… —susurró, para si misma y sus ojos rogaron lo más que alguna vez pudo haber hecho.
Haber visto a Luz sudando, con aquella bata de hospital y todas aquellas personas que asistían el parto la estaban dejando mal. ¿Era normal en serio? Qué tal si le habían mentido y Luz estaba grave, o herida o… ¡o el bebé!
—Lo siento, tendremos que esperar las noticias del doctor. —La mujer estaba algo enfadada con el servicio médico, y quizá se notaba demasiado, pero Amity no podía ver más allá de su propia ansiedad—. Iré por un jugo, ¿gustas?
La señora la miró con piedad, y a Amity se le escapó un bufido rápido, una contracción de sus pulmones que antecedían el llorar.
—Oye, oye, todo está bien, Amity.
La mujer intentó calmar a su nuera. La pobre parecía que se iba a desmayar ahí mismo y eso le dio algunos recuerdos sobre el padre de Luz. Hombre serio, atento y con porte protector, que, según recuerda, el día del nacimiento de Luz, un doctor tuvo que llevárselo para que lo atendieran antes de que se desmayara. ¿Quién lo diría?
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Pedidos
FanfictionUn libro de one-shots sobre historias que me pidieron en el especial de Los restos del Grom. Quizá acepte más pedidos. Los iré subiendo conforme los vaya escribiendo.