Prólogo

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Estaba sentada en la esquina de mi cuarto, justo debajo del escritorio que mi padre habia montado desde que entre a preescolar hace un par de años. Claramente lo podía escuchar sollozar desde la cocina. No sabia como decirmelo, el pobre estaba destrozado y aunque trataba de contener el llanto yo lo podia escuchar, sentia todo el dolor acumulado en su pecho, conteniendose por su pequeña Taylor. Era la unica hija que mis padres habian tenido.

Mi padre ya no tenia nadie que lo apoyara como mi madre lo hacia, de ahora en adelante solo eramos el y yo. Mi madre habia estado enferma por un año, cancer. El cancer la habia consumido y por la mañana del dieciseis de abril mi madre habia fallecido. Mi padre aunque desconsolado trataba de llorar en silencio. Por alguna razon mi madre me habia hecho prometerle durante un año que cuidaria de mi padre. Ese hombre que cada vez que me veia parecia que la vida se le iria en ello de ser necesario, mis padres habian sido dos personas que se amaban como unos locos, su amor era evidente. Apenas tenia seis años cuando mi madre fallecio y estaba asustada, mas que nada me asustaba escuchar a mi padre llorar, me dolia su dolor y lloraba desconsoladamente escuchandolo. Siempre que tenia alguna pesadilla por las noches mi padre era el que bajaba de la cama corriendo hasta donde estaba, me tomaba entre sus brazos y me abrazaba con tal instinto protector que cualquier mounstruo se desvanecia. El mounstruo de mi padre era perder a mi mama, yo debia abrazarlo. Sali de mi escondite debajo del escritorio y baje las escaleras despacio, mi padre que claramente se habia recargado en la pared y se habia deslizado hacia abajo llorando, me miro y trato de contener las lagrimas, mi mama habia muerto y las palabras no salian de su boca.

-Esta bien princesa, sube a tu cuarto y estare contigo en unos minutos- me ordeno mi padre mientras trataba de enjugar las lagrimas que brotaban sin parar de sus ojos, yo le obedecia siempre. Excepto hoy.

-Papi... -yo tambien estaba llorando, brinque el ultimo escalon y corri a abrazarlo, el me recibio y me abrazo con tal fuerza que jamas podria olvidar su abrazo- estaremos bien papi, mamá nos cuidara.

Mi padre me miro con una sorpresa evidente, no se espera que una niña de seis años tome asi la muerte de su madre, pero ella ya me habia hablado demasiado de lo que pasaria cuando ella se fuera, me habia dicho lo triste que me sentiria. Me habia enseñado a lavarme los dientes, a bañarme sola, anudar mis agujetas, cocinar huevos fritos. Ella decia que probablemente mi papá se sentiria muy triste y que aunque trataria de suplirla yo debia portarme bien y ayudarle. Mi madre habia intentado por un año preparame para su partida. Nadie te prepara para el dolor, no hay deja vu o prediccion que te pueda dar una guia para evitar el sufrimiento.

-Claro que estaremos bien, princesa.. -sin mas mi padre y yo lloramos desconsoladamente, pero abrazados. Juntos. Como a mi madre le hubiera gustado que estuvieramos. Como permaneceriamos siempre.

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