Capítulo 4

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Después de terminar sus actividades salió rumbo al jardín buscando calmar su estado de ánimo y huyendo de Yeonjun que lo venía siguiendo después de que salieran de la audiencia, siempre que tenía sus clases y reuniones con su padre terminaba con un poco de estrés, sabía que eran las responsabilidades de un príncipe y que no siempre estaría libre, pero no por eso le gustaba la idea. Él simplemente quería llevar una vida tranquila y feliz. Una vida que no obtendría por nacer en esa posición.

   —No me sigas Yeonjun —le dijo mientras cruzaba la puerta. Tenía ganas de estar solo y a pesar de que el peliazul siempre se preocupaba por él ahora no quería sus palabras de aliento, Yeonjun podía parecer una persona fría en el exterior pero sin duda era muy amable y cariñoso, al menos así se portaba con él.

   —Pero, príncipe Kai —siguió caminando lentamente a su lado—, no puedo hacer eso —dijo mientras se detenía a mirarlo.

No tenía idea de lo que había pasado allá adentro mientras él lo esperaba afuera pero no debió ser una buena noticia para que el castaño se pusiera así.
   —Mi deber es estar a su lado todo el tiempo desde que sale de su habitación, ese es mi trabajo —recalcó.

   —Tu trabajo es cuidarme —afirmó correspondiendo la mirada—, ¿pero cuidarme de qué? Aquí no hay nadie que quisiera hacerme daño y si ni siquiera yo puedo salir de aquí, mucho menos habrá alguien que pueda entrar.

   —Eso no quiere decir que sea seguro, usted es muy importante para el reino y como único heredero mi deber es protegerlo ante todo —se puso por delante de Kai con intención de detenerlo.

   —Deja de ser un exagerado —pasó de largo dejando al peliazul ahí parado—, solo estaré en el jardín, ¿de acuerdo?

   —Puedo ir con usted —impuso sin siquiera preguntarle.

   —Si pones un pie en el césped dejaré de hablarte por dos días —advirtió con una sonrisa para nada amable.

   —No puede ser tan infantil para hacer algo así —desafió aunque él mejor que nadie supiera de lo que el príncipe era capaz de hacer con tal de salirse con la suya, cierto era que bajo su posición no podía darle órdenes al castaño, pero cuando su preocupación podía más pasaba por alto ese hecho.

   —Me conoces de muchos años Yeonjun y sabes que no miento.

   —Entonces me quedaré aquí hasta que vuelva —sabía que si alguien más se enteraba de que no hacía bien su trabajo tendría un castigo seguro, pero era débil ante Hueningkai.

   —Haz lo que quieras —le respondió alejándose, comenzando a caminar por el camino marcado en el verde césped, podría parecer un laberinto para muchos al estar rodeado de arbustos gigantes y lo que parecía ser el mismo paisaje en ese gran terreno, pero para él no era difícil pasearse por ese lugar que conocía a la perfección.

Cuando era pequeño le gustaba la atención que recibía por parte de todos, si él quería algo lo obtenía al instante: si quería comer algo dulce le horneaban muchos pasteles y postres, como le gustaban las flores le mandaron a construir un hermoso y enorme jardín. Tenía a sus padres con él durante mucho más tiempo, hecho que fue cambiando poco a poco conforme cumplía un año más, para cuando ellos dejaron de prestarle atención y comenzaron a darle tareas y responsabilidades se dio cuenta de muchas cosas.

Para cuándo cumplió los ocho años la atención de sus padres ya era nula y decidió dejarlo así, porque para ese entonces ya sabía que él no era una persona normal y ellos tampoco lo eran. El rey y la reina eran la autoridad del país y de ellos dependía mucha gente, no podía acaparar toda la atención de las dos personas a las que llamaba mamá y papá.

La máscara de la muerte roja       °•ⓈⓞⓞⓀⓐⓘ•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora