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Jódete, Kirishima.
¿Qué deseabas lograr con eso?
¿Qué querías demostrar al ponerte tan cerca de mi y mirarme de esa manera?
Con ojos afilados, te mordiste apenas el labio inferior, un gesto que yo sólamente pude apreciar, logrando que tragara en seco mientras se me subían los colores a la cara.
Sero y Kaminari empezaron a reír saliendo de un escondite en frente nuestro, con una cámara. Te habían desafiado a hacerlo, para así confirmar la teoría de que tú provocabas algo en mí.
Te uniste a sus risas y me enojé, pero tal vez no era para tanto.
No se comparó con lo que dijiste.
─ ¡Vaya, vaya! Así que Kirishima te pone los pelos de punta, Bakugo─dijo el rubio entre risas─. No me sorprendería si tu llegaras a gustar de él.
Sí, le habría reventado la cara aunque tuviera razón.
Pero....
─ No molestes Denki, Bakugo no está a mi altura─dijiste con aires de grandeza.
Ese comentario no era necesario. Lo sabes.
En una situación normal, yo habría discutido contigo dándote razones para tener una relación conmigo.
Pero esto no es una situación normal.
Tu me gustas de verdad
Y no me creas si quieres, pero, debajo de toda la seguridad que poseo, existe un pequeño espacio para todas esas dudas que atormentan a cualquiera.
Esas de las que a veces no te libras, de las cuales eres preso en la mayoría de estas situaciones.
Y sí, tenías razón, no estoy a tu altura.
Aunque me hubiera gustado seguir ciego unos días más, creyendo que algún día podría llegar a interesarte.
Jódete.
Y la próxima vez, cuando me vaya desanimado, sígueme aunque te grite que te vayas.
Cálmame, por favor.
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