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Una sonrisa avergonzada se formó sobre sus labios, mientras elevaba una de sus pequeñas manos; únicamente para correr aquellos mechones rebeldes de su cabello naranja. Aún no se acostumbraba a platicar con total normalidad acerca de su futuro matrimonio, más aún cuando las preguntas de sus amigos eran bastante directas; algunas inclusive inapropiadas.
A decir verdad, ni siquiera podía creérselo todavía. Es decir, jamás se imaginó encontrarse en una relación estable con Atsumu, el chico que tanto le gustaba desde su adolescencia. Por ende, mucho menos pensó en comprometerse con el Miya, aquello se encontraba completamente fuera de su alcance; al menos, eso era lo que pensaba. Y, mierda, estaba jodidamente equivocado.
— ¿Cuándo será la ceremonia?— Cuestionó Oikawa, quién había sido el primero en chillar de la felicidad por la noticia. Hasta parecía más emocionado que el futuro esposo, pero aquello era propio de él, más cuando el tema estaba relacionado con el romance.
— En un mes.— Murmuró con una sonrisa, tomando entre sus manos el vaso que contenía su bebida.
— Francesco Virgolini.— Soltó el Kozume, esbozando una diminuta sonrisa al sentir las miradas de los demás sobre él.
— ¡¿Un mes?! ¡¿Es todo el tiempo que tenemos?!— Saltó, esta vez el Tooru, e Hinata asintió entre risas, comprendiendo por completo la desesperación de su mejor amigo, pues en su momento también la sintió.
— No está apurándote, ¿verdad?— Preguntó, esta vez Bokuto, cruzándose levemente de brazos. Al parecer aún no estaba de acuerdo con la relación entre el Miya y su amigo, pero aún así, no había nada que pudiera hacer en contra, mucho menos cuando él estaba realmente feliz.
— Oh, no.— Murmuró al instante, negando con suavidad.— Él dijo que quería casarse lo antes posible, pero también me ha preguntado si estoy de acuerdo con ello.— Comentó, para luego beber de su vaso con lentitud.— Incluso íbamos a casarnos la semana que está por venir.
Oikawa abrió sus orbes con sorpresa, sintiendo como su alma abandonaba su cuerpo por unos segundos. Y es que debía ser broma. Todos saben que una ceremonia de casamiento necesita preparativos esenciales y tradicionales. Además, los mejores de ellos únicamente pueden conseguirse con tiempo.
— ¿Y qué pasó?— Insistió el peligrís.— ¿Se le encogieron las bolas?— Bromeó, causando que Hinata rodara con obviedad sus ojos.
— ¿Comenzarás de nuevo?— Cuestionó Kenma, dejando su móvil a un lado, únicamente por esta vez. Es decir, su mejor amigo no iba a casarse todo los días, definitivamente era importante.
— No, no es eso.— Respondió de igual forma, recibiendo la atención de los demás.— En realidad... le ha salido un viaje de negocios.— Bokuto se mofó, asintiendo con la cabeza. Qué oportuno, ¿no?— Es por eso que extendimos la fecha.
— ¡Debemos comenzar con los preparativos en este instante!— Exclamó, golpeando de forma inconsciente la mesa del café.— No, no.— Se corrigió, recibiendo la mirada confusa de los otros dos.— La despedida de soltero es lo primero.
