Capítulo 1

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La alarma sonó, indicando el inicio de un nuevo día en la vida de Jimin. Apagó la alarma desganado. Se había despertado de un humor de perros. La noche anterior se la pasó bebiendo, quejándose de la mierda de vida que tenía. Tuvo momentos en los que se los pasó riendo a carcajadas solo en su habitación, para luego comenzar a llorar desconsoladamente envuelto en sus mantas, cual bebé. Sus padres se habían ido a una cena de empresa en un lujoso hotel, por lo que no volverían esa noche. Por eso aprovechó para celebrar aquella fiesta privada en la que solo él estaba invitado.

Él provenía de una familia bastante adinerada, pero a su vez muy humilde. Todo lo que tenían se lo habían ganado gracias al duro trabajo de ambos progenitores. Él estaba muy orgulloso de ellos. Los quería más que a nada en este mundo. Por eso no podía entender la última discusión que tuvo con su padre. El señor Park nunca le levantó la voz a su hijo, ya que siempre hacía lo que éste le decía. Pero en esa ocasión, el chico de cabello rosa no se iba a quedar callado.

Había descubierto su pasión por la danza no hacía mucho tiempo, al ver por la televisión a un grupo de Idols. Se quedó maravillado al ver la sincronización que había entre todos los integrantes, sin contar sus hermosas voces. Al día siguiente, estuvo durante todo el día, intentando recrear aquella coreografía, y se dio cuenta de que no se le daba del todo mal. Es por esa razón que esa misma noche decidió, decirle a sus padres lo que había descubierto. Que amaba la danza. Que quería convertirse en bailarín.


-¿Qué es lo que has dicho? -Dijo su padre recuperando el aliento, pues se había atragantado con la comida al escuchar aquella noticia-

-Quiero estudiar danza. Quiero bailar. Por fin he descubierto que es lo que me apasiona en la vida, además de que he descubierto que se me da bien -sonrió, cual tierno bebé-

-No -Sentenció su padre, esperando que aquella absurda conversación acabara-

-¿Por qué no? -La sonrisa que tenía segundos atrás se convirtió en un tierno puchero, el cual hacía sin darse cuenta-

-¿El baile? ¿Es en serio? ¿Te has vuelto maricón?

-¿Qué tiene que ver el baile con tus preferencias sexuales?

-Eso es para chicas. No voy a permitir que uno de mis hijos se dedique a algo que está destinado solo para mujeres -Jimin miraba a su madre en busca de ayuda, pero ésta permanecía callada y sin dejar de comer- Además... ¿No crees que ya estás muy mayor para andar por ahí bailando? Tienes 25 años y aún no das palo al agua. Hace tiempo que te dije que te unieras a la empresa, la cual será tuya en un futuro. Pero no. Tu aún no sabías que era lo que querías hacer. Hice caso a tu madre y te dejé libertad. Pero creo que se me ha acabado la paciencia. Y ahora me vienes con que quieres ser bailarín...

-Pero...

-Pero nada. Quítate esa estúpida idea de la cabeza, porque esta conversación acaba aquí.

-Si, padre... Si me disculpáis... He perdido el apetito...


Se marchó de allí a paso lento, intentando por todos los medios que no lo vieran llorar, pues pensó que le dirían que los hombres tampoco lloran. ¿Qué tenía de malo querer bailar? Hay muchos famosos que se dedican al baile y no están mal vistos. Pero lo que más le rondaba en la cabeza era... ¿Querer bailar te hace homosexual? Él pensaba que no, pero su padre estaba muy seguro de ello. El pelirrosa nunca se puso a pensar sobre eso, pues nunca antes nadie le llamó la atención en ese sentido. Ni chicas, ni chicos. Esa noche se encerró en su habitación y no salió de allí hasta el día siguiente, cuando su madre le dijo que se iban y que no volverían en toda la noche. Y es ahí donde comienza esta historia.

Kookmin **Deseo Prohibido**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora