¿Siempre sonríes así?

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¡Sara!- grité

Y Sara salió llorando hasta que arribo a mi pecho y el universo se detuvo. Sus ojos azul acero me encontraron, me hablaron con un lenguaje distinto y derrotada me hice vulnerable para siempre.

Sara pesó tres kilos trecientos gramos, era tan pequeñita y suave que al cargarla por primera vez sentí que le hacía daño. Cada rizo de su cabello negro estaba pegado a su cabeza, parecía un borrego. Se veía tan hermosa y perfecta que no podía creer que un ser humano como yo dio vida a un ser humano como ella. Yo era una pobre perra asustada cuyo hábitat no era más que un hostal de diez dólares por noche.

Luego de que la bañaran, una enfermera alta y regordeta nos condujo a nuestra habitación, que no era exactamente nuestra pues en ella había otras mamás con sus bebes. El lugar olía a colonia de bebe, talco y leche. Sobre cada velador se erguían esbeltas amapolas, lirios, rosas y jazmines. Los hombres eran padres y maridos; besaban a sus mujeres y a sus hijos, los tíos y abuelos traían globos con frases festivas como: "It s a boy" "It s a girl" "Te amamos Mía". Unos reían, otros lloraban y otros hacían las dos cosas a la vez, sus corazones se amparaban en los de sus hijos. La expiación les había concedido una tregua. Los miré impertérrita y pensé : casi siempre olvidamos las segundas oportunidades o no somos conscientes de ellas, o no nos resistimos al placer que nos produce equivocarnos una y otra vez pensando que pasaremos inadvertidos a la justicia inmediata de nuestras acciones, o simplemente no nos importan morir y matar constantemente mientras probamos lo delicioso e irremediable de nuestra oscuridad. Hasta que llega alguien que sopla el barro y nos redime para después volver , a gatas, hacia el pozo.

Una voz suave me arrebató de mis reflexiones y dijo:

-¿Te trajeron su ropón?

-No aún no- contesté mientras miraba como un papá le cambiaba el pañal a su bebé

-¿Alguien vendrá a traerte lo necesario? Necesitas al menos tres cambio de ropa, un paquete de pañales, talco o vaselina, paños húmedos; un pijama para ti y tus útiles de aseo. ¿Le darás de lactar o fórmula?

- ¿Qué pregunta respondo primero?- le dije en tono serio

- La que gustes querida- me contestó amablemente.

- Nadie vendrá y le daré de lactar

-¿Sabes cómo?

- Intuyo que le coloco la teta en la boca y eso es todo - le dije mientras colocaba a Sara en mi pecho izquierdo.

La mujer de unos cuarenta y cinco años dio una risotada y dijo:

-¡Pues intuyes bien niña! Soy Selma y él es Agustito, es mi quinto bebé, míralo ¿No es una belleza?

Miré a Agustito que estaba cubierto por una manta verde que tenía grabadas figuras de caballos, sin embargo esquivé su pregunta, el niño era hermoso pero yo no estaba para cursilerías.

-¿Qué sentiste cuando te enteraste?- le pregunté serenamente.

-¿De qué?- respondió

-Nada olvídalo- le respondí cortante, tratando de terminar la conversación.

-Vamos, pregúntame niña- me dijo desenfadadamente

-¿Qué sentiste cuando te enteraste que estabas embarazada?- pregunté

- Pues en realidad no lo pensé tanto, simplemente hice lo de siempre: baile y le di gracias a mis ancestros, Luego me fui a comprar los ingredientes para preparar unos buñuelos con manjar

- ¿Para qué los buñuelos con manjar?

- Para las mujeres de mi familia salir preñada es una bendición y lo celebramos preparando buñuelos y regalándolos a nuestros vecinos-miró a Agustito y me dijo con los ojos a punto de llover-La felicidad no es solo nuestra debemos compartirla.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2020 ⏰

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El único tipo de amor que conozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora