Mientras el agua lo recorría, pensó en aquella propuesta; conseguir una esposa en menos de un mes. Al principio le pareció, hasta podría decirse, interesante. Entonces, pensó en ella. Recordó cuántas veces en medio de las eternas noches de la guerra, la anheló: sin imaginar que nunca la tendría.
Marie. Su dulce y tierna Marie. Ya no estaba.
Su sonrisa, como la pólvora, se había esfumado, llevándose consigo la historia de un amor que nunca pudo ser.
Y no la culpaba.
No.
Jamás lo hizo.
Ella era hermosa, alegre.
¿Y qué podía ofrecerle él?
Un guiñapo.
Un soldado herido.
Los restos de un hombre que alguna vez soñó con hacerla feliz.
Cerró los ojos y perdido en el pasado, se dejó llevar, lentamente, deliciosamente, hasta la tierra del placer.
La imaginó desnuda.
Sobre la cama.
Esperándolo.
Deseándolo.
«Oh, Marie», jadeó, imaginando sus dedos acariciándole el torso; su boca besándole los labios, sus dientes mordiéndole la piel.
Era un sueño.
Sí.
Un sueño que lo arrastraba al borde de un precipicio.
Una caída.
Un viaje al paraíso.
Volvió a susurrar su nombre.
«Marie...»
Y saltó al vacío...
Cuando volvió a abrir los ojos, sintió el dolor de su ausencia; ella no estaba: jamás regresaría.
Salió de la ducha y vistió el uniforme, con el corazón aun embriagado de caricias y besos húmedos. Estaba cansado de aquello. De tener que imaginarla para llegar al clímax. De cerrar los ojos y hacerse a la idea de que ella le tocaba, cuando realmente estaba tocando a otro.
Se puso la gorra y fue a la cocina.
—¡Oh, pero qué joven tan apuesto! —exclamó su nana.
—Y que vieja tan mentirosa —bromeó él.
—No son mentiras, Stefan, eres hermoso, por fuera y por dentro.
—Claro —asintió, alejándose, y se sirvió un vaso de agua—. Voy a salir —le dijo.
Ella alzó las cejas.
—¿Trabajo?
Stefan negó con la cabeza y bebió el agua.
—Es... —tartamudeó, sintiéndose un tonto por lo que iba a decir—. Solo quiero distraerme un poco.
Su nana sonrió.
—No sabes lo feliz que me hace saber que vuelves a ser el mismo de antes. Entonces, diviértete, mi cielo.
—Y tú no me esperes despierta, voy a regresar tarde.
—¿Le pides a una madre que duerma mientras su hijo está en la calle?
—Evangeline, sé cuidarme solo. No soy un niño.
—Para mí lo sigues siendo, así que aquí esperaré.
Stefan suspiró.
—Eres una terca.
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Sublime y Feroz
Historical FictionSublime y Feroz es una novela de romance, con tintes eróticos, que nos relata la historia de Stefan Fischer, miembro de las Allgemeine -SS y ex combatiente, que no solo tiene que luchar con las secuelas de la guerra, sino con los recuerdos de su pr...