◤❉ 𝑬𝒍 𝒄𝒂𝒔𝒄𝒂𝒏𝒖𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒚 𝒍𝒂 𝒅𝒂𝒊𝒌𝒐𝒏❉ ◥

Capítulo I

El Ducado de Yashiro una de las familias más poderosas de Japón y la segunda mano de la Gran Familia Imperial. Yashiro Nene futura duquesa de esta gran Familia, una chica de cabellos color crema y dulces puntas verde azuladas, piel tan blanca y hermosa como porcelana, ojos de color magenta con motas amarillas que pueden transportarte a un universo de mil estrellas, un cuerpo esbelto y delicado digno de una futura dama de la corte, y por supuesto como olvidar sus peculiares tobillos de daikon. Que para los ojos de la sociedad realmente eran horribles, pero para algunos hombres estos no tenían mucha importancia, ya que podían taparlos con unos vestidos largos e inchados para que nadie los vea, porque cabe destacar que nuestra querida Nene era toda una belleza con dotes maravillosos como la conica, la costura, y por suepuesto como olvidar la jardinería; esto hacía que Nene tenga sus respectivos pretendientes que harían lo que fuera por tan solo conseguir la mano de esta bella y aclamada dama, pero para tristeza de estos ella siempre los rechazaría, hasta que su padre vea quién es él hombre indicado para casarse con su querida e única hija Nene.

Y si preguntan ¿Donde se encontraba nuestra querida Nene?, pues ella en estos precisos momentos se encontraba en un tren con su Padre camino a la mansión de su querida Tía, Lady Yako de Misaki una hermosa mujer de cabellos dorados y bellos ojos de color esmeralda valla que mujer más hermosa su esposo si que debe ser muy afortunado, o lo era, ya que tristemente El Duque Misaki murió de una dolorosa enfermedad así dejando viuda a esta bella dama. Nene y su Padre el Duque Yashiro  iban camino mansión de la "Tía Yako" como le decía Nene, para pasar las dulces fiestas navideñas con ésta, esto se volvió una tradición desde la trágica muerte del Duque Misaki y la Duquesa Yashiro—sí, si se lo pregunta es cierto. La esposa del Duque Yashiro había muerto de la misma enfermedad que él Duque Misaki. Así dejando a un dulce niña huérfana a los tan solo 4 años de edad— pero estos no se dejaban que aquellas trágicas perdidas arruinara su espíritu navideño, ya que éstos dos adultos desde siempre se mantenían fuertes para que Nene pudiera tener una niñez feliz y alegre sin lamentos.

Punto de vista de Nene.

Estábamos camino a la mansión de la Tía Yako como lo hacíamos cada fiesta navideña, vamos allí todos los años desde que mi Madre falleció a pesar de que mis recuerdos con ella son fugaces y ha pasado un tiempo desde su muerte aún la extraño mucho; se supone que éste año cumplí la mayoría de edad necesaria para poder comprometerme formalmente con un hombre, pero al parecer mi padre no está de acuerdo con ello porque cada vez que una persona me propone matrimonio mi Padre dice que me niegue inmediatamente, según él aún soy muy joven para comprometerme y que tengo que esperar el hombre indicado. Oh! Dios mío! De seguro lo que él busca es dejarme soltera de por vida. Pero que deshonra!.

Veía como crúzabamos los árboles, arbustos, nubes blancas y esponjosas, el cielo azul y una bandada de aves ibamos a una velocidad realmente increíble, apenas podía divisar los hermosos paisajes que nos brindaba el lugar, mientras más pasábamos por los alrededores el tren disminuía la velocidad, poco a poco este se fue volviendo más y más lento hasta poder llegar a la estación del tren y parar definitivamente.

—Nene—me llamo mi padre—Es hora de ir con tu Tía Yako, no queremos llegar tarde como la otra vez ¿recuerdas?—me dijo él mientras se levantaba y me extendía su mano para que la tomara.

—Si Padre— contesté recordándome la ultima vez que no llegamos a tiempo y la Tía Yako nos regaño por dos horas seguidas.—Será mejor subir al carruaje cuanto antes, no quiero volver a escuchar los regaños de la Tía Yako—dije mientras tomaba la mano de mi Padre y me posicionaba junto a él para partir rumbo al carruaje que nos espera fuera.

Salimos fuera del vagón de primera clase para dirigirnos al carruaje e ir directo a la casa de la Tía Yako. Iba del brazo de mi padre mientras salíamos del tren y caminábamos por la estación,  podía ver como muchas familias iban y venían de la estación encontrándose con sus familiares, en uno de esos momentos mi vista se fijo en una familia de tres un padre, una madre y una pequeña niña de menos de 6 años de edad, estos iban tomados de la mano mientras charlaban y reían entre si; esto me recuerda mucho a mi madre de como ella, mi padre y yo éramos así antes, cuanto la extraño. Y sin darme cuenta ya habíamos llegado al carruaje con el conductor frente a nosotros esperándonos con la puerta abierta. Yo había subido primero con la ayuda de mi padre, una vez que estuve dentro mi padre entro y tomo asiento delante mío nuevamente emprendemos viaje hacia la mansión de la Tía Yako; podía escuchar el trote de los cabellos y el pliegue de las riendas hacer impacto con la retaguardia de los cabellos haciendo que estos aumenten su paso.