Crimen

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Después de salir de la universidad obteniendo calificaciones en mantenimiento de automóviles, trabajé para varios garajes en mi ciudad natal durante un período de 10 años. Me encantaba, creo que no había presión en ello, si no pasión en lo que hacía y a pesar de que a muchos no les gustaba ensuciarse en un taller mecánico, yo adoraba tener mis dedos negros de grasa, manchas de sudor en mi camiseta, manchas en mis pantalones, un olor a aceite y una franela roja. Me había acostumbrado tanto a ello que lo disfrutaba, y poco a poco fui dándome a conocer, hasta que me contrataron en un taller más grande y cuando reuní dinero suficiente, empecé a ahorrarlo.

Cuando conocí a Lilian y me enamoré de ella. Ahorramos dinero como locos para asegurar tener varios depósitos al mes y luego un entrar en el primer paso del mercado inmobiliario y finalmente tener dinero suficiente como para comprar un piso pequeño.

Cuando se nos dio la noticia de que ya teníamos suficiente dinero ahorrado hicimos un préstamo pequeño al banco y pudimos comprar una casa acomodada entre una colina y una intersección. Las paredes olían a humedad, tenían hongos y manchas. La bañera era un desastre y la perilla se había oxidado manchando todo a su alrededor.

──¡Derek, hay cucarachas en medio de la pared! ¡Ahí en ese hueco!── Lilian gritó y corrí a ver qué pasaba, y sí. También había cucarachas.

El patio tenía maleza seca y viva que moriría y daría paso a más maleza, las cercas de latones de la parte de atrás estaban destruidas, pero aun así adquirimos la casa. Pasamos tres meses metidos allí arreglando absolutamente todo, desde lijar pared, pintar, cambiar la bañera y la cerámica, cambio de cerradura, limpiar las ventanas, una nueva cerca, piedras de adorno y césped, en conclusión: Lo hicimos nuestro hogar y finalmente conseguimos casarnos.

Con el paso del tiempo me di cuenta de que me desilusioné trabajando para otros y después de un largo tiempo con conversaciones con mi esposa decidí abrir mi propio negocio. Alquilé un pequeño garaje y comencé a reparar automóviles para amigos y ellos me hacían publicidad, pues mi trabajo era más que garantizado, así que llevaban mi buen servicio de boca en boca, y si un día atendía cinco autos, al día siguiente llegaban siete y luego ocho.

Pero a pesar de que el trabajo era pesado, abundante, las horas eran largas; luchamos por vivir con alimentos del supermercado de gama básica mientras intentábamos reducir nuestros costos de vida. Olvidé cuantas veces llegué a casa del trabajo con solo tostadas y lentejas para la cena.

Era extraño ya que mientras trabajaba más, el sueldo parecía simplemente no alcanzar.

Hace un par de años las cosas comenzaron a mejorar a medida que el negocio comenzó a despegar y a ser reconocido mucho más allá del horizonte. Encontré a un chico, Stephen, que todavía trabaja para mí.

Es unos años mayor que yo y realmente sabe lo que hace, me sorprendió con sus habilidades para trabajar, su pulcritud y su buen ánimo.

Lilian y yo todavía estábamos profundamente enamorados y decidimos formar una familia y fuimos bendecidos con una encantadora hija a la que llamamos Sophie. Doce meses después Lilian estaba embarazada otra vez y nuestra segunda hija, Emma, llegó.

Nada me ponía más feliz que escuchar la risa de mi familia, de mis tres princesas, de mis reinas. Yo, Derek Hale tenía una familia, un pequeño hogar humilde que se mantenía con un buen taller y que yo había logrado solo. Antes, mis dudas me habían carcomido, pero desde que comencé a dar pasos hacia mi futuro me di cuenta de que podía lograr lo que me propusiera, y mientras veía a Lilian amamantar a Emma y Sophie comía la yema de un huevo con sus dedos, yo sonreía y era feliz y mi mujer lo notaba bajo la luz amarilla del foco sobre la mesa.

Seguía trabajando como loco para mi familia y para construir el negocio. Ellas siempre eran lo primero y prometí que nunca les faltaría nada, poco a poco comencé a reunir dinero nuevamente y nos mudamos de nuestro departamento que ahora era demasiado pequeño y compramos una casa adosada, al menos ahí teníamos un dormitorio para nosotros y nuestras niñas que crecían con cada respiración.

El negocio realmente estaba en auge y ahora tenía cuatro empleados y pude alquilar un espacio más grande. Estaba empezando a disfrutar la vida a pesar de que acabara con dolores en la espalda, o ampollas en las manos o cansancio excesivo. No importaba eso, todo se sentía mejor al llegar a casa y sentir a mi cálida familia.

Pero Lilian comenzó a quejarse de que no teníamos relaciones sociales en nuestra vida, y tenía razón. Desde que tenía conocimiento no teníamos amigos cerca o gente para socializar más que mis propios trabajadores, así que la animé a salir con sus amigas del pueblo contiguo. Lilian iría a sus casas o al centro y me quedaría en casa con mis hijas y leíamos o veíamos televisión hasta que nos dormíamos en el sofá. Yo las malcriaba dándoles una hora más de televisión, así que se quedaban despiertas hasta las 22:00 y luego caíamos rendidos de sueño, también les permitía comer algo dulce antes de dormir, pero me aseguraba de que se cepillaran los dientes luego de hacerlo.

Debería haberlo visto venir, pero Lilian lo ocultaba bien, estaba saliendo cada vez más y yo estaba demasiado agotado para unirme a ella. Mientras yo trabajaba con un burro para mi familia ella se quejaba del empaste en la pared o que necesitaba dinero para una fiesta de una de sus amigas o un juego de muebles nuevos.

Una noche llegué a casa y mis hijas ya dormían en sus camas, así que entré con cautela para no despertarlas. Busqué a Lilian por todos lados, pero no estaba y su ropa se había ido. Mi corazón se detuvo y empecé a buscarla por la casa con más desesperación, hasta que sobre el mesón había una carta a mano, hecho con pereza y varias facturas y cobros del banco. En conclusión, decía que necesitaba tiempo para ella, para encontrarse a sí misma y que había conocido a alguien más y que planeaba irse. Así misma dejó muy en claro que había tomado del dinero que yo ganaba para darse unos lujitos. Al día siguiente a mis hijas les dije que su madre se había ido de vacaciones y que yo reuniría dinero para llevarlas a ellas a un día. Nadie me escuchó llorar noche tras noche al sentirme desesperado, usado y abusado por ella. Y mientras mi espíritu alegre comenzó a volverse serio y amargado tanto en casa y en el trabajo, tenía algo de fe porque ella volviera, pero ¿para qué?

MECÁNICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora