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«Mi nombre es Takumi Yuki. Tengo diecisiete años y estoy en preparatoria. Casi es hora de entrar a la universidad y realmente mi vida no mejoró ni un poco.»

«Al contrario, la vida estudiantil resultó ser peor de lo que imaginaba.»

—¡Ouch!

—Fíjate por dónde caminas, perdedor. Y cuida tus asquerosos libros.

Una patada arrojó a un lado los libros del chico que se disculpó aún cuando no tuvo la culpa.

«Todo lo que soñaba con entrar a la preparatoria era un absurdo sueño de un niño. Aunque no me va tan mal como ese chico que es abusado por unos monos fuertes, tampoco es que mi vida de estudiante sea grandiosa.»

Suspiró. Miró hacía la ventana. Las nubes grises derramaban su agua sobre la ciudad. Yuki reposó su mano contra su mejilla y dejó que su otra mano jugará con su bolígrafo; dándole vueltas sobre su dedo pulgar usando solo sus dedos.

«A un año de terminarla y ni siquiera conseguí una novia. Tampoco un mejor amigo o una reputación conocida. En realidad, solo termine siendo una partícula de polvo sin relevancia. No. Hasta el polvo tiene importancia cuando hay que limpiarlo. ¿Pero yo? Ni siquiera tengo una buena cualidad para que alguien se me acerque para pedir ayuda al estudiar. Tampoco soy dibujante o escritor. Supongo que es la vida que me tocó.»

Al finalizar las clases, salió como de costumbre por los pasillos de azulejo con el bullicio escolar rodeándolo.

Abrió su casillero, sacó sus zapatos y se marchó con su paraguas.

Los automóviles disparaban el agua por las orillas de la calle.

«Aún así, el instituto es el lugar en el que más quiero estar. No es culpa de nadie que sea reservado, callado, que no sepa socializar y que desconfíe de todos. La culpa en sí, nace de este lugar.»

—¡¡Ya te dije que dejes de emborracharte!! ¡Gastas el dinero que no tenemos y además te acuestas con otras mujeres! ¡Ni siquiera te importa mentirme en mi cara!

—¡Cállate! ¡Ya me tienes harto con tus gritos insoportables! Solo eres una molestia, ¡¿Por qué no simplemente te largas de mi casa?!

—¡¡Si tuviera el dinero suficiente me largaría sin importarme!! ¡Deje todo por tu maldita culpa y termine metida en esta vida por tu causa!

—¡¿Me culpas por tomar una mala decisión?! ¿Ahora que sigue? ¿Culparme por morirte de hambre? ¡Deja de molestar!

En su hogar, una mujer y un hombre discutían a todo pulmón mientras Yuki guardaba sus zapatos en la entrada y tomaba asiento en la madera. Entre gritos simultáneos, dejó su paraguas y subió por la escalera de su casa hasta su habitación. Estaba tan acostumbrado, que ya ni sentía nada al escucharlos así.

Cerró su puerta, haciendo que los gritos fueran menos audibles. Dejó su mochila sobre su cama desordenada—que no era más que una manta en el suelo—y sacó de ella una sopa instantánea.

En su habitación ya tenía conectada una estufa eléctrica y agua lista para estás ocasiones; que eran más frecuentes que nunca.

Llenó una pequeña olla con agua y la puso a hervir en su pequeña estufa. Mientras esperaba, abrió su laptop en el piso y se colocó los audífonos para apagar el ruido de sus padres.

Los gritos se desvanecieron en su música mientras veía el agua hervirse con su mente en otro lugar.

Su estómago gruñó mientras permanecía en silencio.

Deseo de LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora