Una ruta distinta - KOOKMIN

Capítulo 1 - Pelirosa

Jungkook

Un día normal, como todos los que me rodean, el día está soleado algo que le da muchos puntos a favor.

Salgo de casa, tranco la puerta, y me dirijo hacia la reja que rodea a ésta, miro mi auto, mi moto, y tan solo niego con la cabeza.

Comienzo a caminar dirigiéndome al supermercado, como todos los sábados, para hacer el surtido. Pienso en lo lindo que sería vivir en un lugar más tranquilo, donde haya más verde, no digo precisamente un campo pero me gustaría vivir un poquito más lejos del centro de la ciudad.

Tengo dos rutas para llegar al mismo destino, al cual voy ahora, una me lleva unos 5 minutos y la otra 20 minutos. Mi rutina, es siempre elegir la larga para ir y volver, desde que vivo aquí, hace unos 8 meses.

Me pongo a pensar en la rutina, siempre hago lo mismo. Por lo cual hoy, se me da por tomar la ruta corta, un pequeño cambio para éste día "normal".

Camino por las calles, hay casas hermosas por aquí, hay muchos niños jugando, gente mayor hablando. No es como mi otra ruta, que es mucho más tranquila. En la de siempre está la plaza que tanto amo. Aunque bueno, los sábados, siempre hay mucha gente por donde quiera que vayas.

Llego al súper, y veo la grande sonrisa de Jennie, que la conocí desde que empecé a venir aquí, ella es cajera y una genial bailarina. Quiere dedicarse al baile, lo hará, en unos tres meses, que es cuando terminará de juntar el dinero que necesita, y eso me pone muy contento.

–¡JK! Has llegado más temprano de lo habitual.

–Te sabes mis horarios, acosadora.

–Dime dime, ¿qué te trae por aquí más temprano?

–Tomé la ruta de los 5 minutos.

Si, así le llamamos, es que aproximadamente es lo que se tarde desde la esquina de mi casa, hacia aquí, venir.

–Un cambio, ¿Qué te traes Jeon?

–Que locura, llego más temprano y ya empieza tus conspiraciones.

–Vamos eres un aburrido, ve, ve a comprar.

–Ya voy, mamá.

Camino por los pasillos, veo a un chico con el pelo rosa, un rosa pastel, muy lindo, y realmente muy llamativo, para mi.

–Mierda, siempre cambiando las cosas de lugar. –suelta molesto, sin percatarse de que me encuentro mirándolo.

–¿Necesitas ayuda? –pregunto amablemente, sonriendo.

–¿Y a ti qué te parece?

–Que modales.

El chico se encoge de hombros, para luego mirarme completo de arriba a bajo.

–Podrías disimular, ¿sabes?

–¿Lo qué? ¿No puedo observarte?

–Como digas.

–Los ojos están para mirar, ¿o no?

–Ajá. –repondo y agarro la caja la cual el pelirosa trataba de agarrar

–¿Me lo darás? –pregunta al ver que me quedo mirándole.

–¿Como te llamas?

–No respondas una pregunta con otra.

–Esto es para mí –miento–, si quieres que te de una, dime como te llamas, no es gran cosa lo que pido.

–Jimin, ¿ahora me alcanzarás una? –pregunta cabreado.

–Aqui tienes. –agarro una y se la entrego