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PASO DE TRES DÍAS, difuminando la periferia en instantáneas de película, unidos por espacios de momentos que Sawyer no recuerda. Últimamente se siente como si hubiera estado a la deriva por la vida como un fantasma, viendo pasar las horas mientras no va a ninguna parte. Mientras está atrapada en la rutina cíclica de las clases, los períodos de transición, las prácticas de Quidditch, viendo las mismas caras una y otra vez, la tarea a la luz de la varita y el sueño, sin nada que esperar.
No es depresión, Sawyer no piensa. Ella no esta triste. Simplemente vacía de vida. Dumbledore se opone a su despido. La depresión no es solo tristeza. No hay forma de estar seguro de que es lo que tiene, así que no tiene que preocuparse por eso, le había dicho, como si le importara lo suficiente como para preocuparse por su propio bienestar. Como si ponerle una etiqueta mejorara las cosas. La ira todavía estaría allí, ardiendo en sus entrañas, absorbiendo sus hombros como humo. Todavía sería mitad humana, mitad vacía, succionando cada gramo de vida en la habitación en su interminable búsqueda de sentimientos. Ha pasado un tiempo desde la última vez que se sintió entumecida o impotente.
En el desayuno del viernes, Sawyer es la última en llegar en medio de una tormenta de angustia crónica y dolor muscular. La sesión de quidditch de esta mañana a las 5 de la mañana con Oliver, Violet y un Harry más alimentado le había extraído toda su energía, y con la forma en que los dos jugadores de Quidditch más jóvenes habían salido cojeando del campo con sus brazos rodeando los hombros del otro en apoyo, Sawyer lo haría. dicen que ella no era la única en mal estado. Con cada respiración, podía sentir cada centímetro de su cuerpo esforzándose por mantenerse erguido. Con cada dolor y gemido abrasador de sus huesos, maldijo a Oliver al infierno. Pasa junto a la mesa de Gryffindor, donde se sientan Wyatt y Oliver, en algún lugar entre las llamas de las corbatas rojas y doradas, y la vituperación en su cabeza se hace más fuerte.
Sentados en su rincón habitual de la mesa de Slytherin, Jeremy y Marcus tienen sus cabezas agachadas juntas, una acalorada discusión sobre la velocidad de fuego rápido silba entre ellos. Rio tiene la cabeza entre las manos, una angustiosa vacilación en su forma. Su plato de waffles está frente a él, sin tocar.
—¿Qué pasa? —Sawyer pregunta, dejándose caer en el espacio vacío al lado de Rio. Al instante, Jeremy y Marcus se quedan en silencio, intercambiando miradas preocupadas. Es entonces cuando se da cuenta del libro de texto Elaboración Avanzada de Pociones, abierto a la página de contenido, en la mesa entre ellos.
Dejando caer las manos de su rostro, Rio deja escapar un gemido agonizante y se balancea hacia adelante abruptamente como si estuviera a un nanosegundo de lanzar. —Vete a la mierda.
Sawyer patrocina a Rio con una sonrisa ausente. Él se eriza, pero la mirada que la inclina es embotada, ausente de su habitual filo de navaja. No hay corazón en su odio, no hay dientes en su mordida. Algo salió terriblemente mal.
