¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
UNO DE ESTOS DÍAS, el equipo de Hufflepuff iba a formar un motín. Ya estaba entrando en la primera semana de octubre, la temporada de Quidditch se acercaba rápidamente en un curso de colisión, y Nia no tenía reservas sobre trabajar con sus jugadores hasta el hueso, empujando y empujando hasta sus límites sin piedad. Decididos como estaban, los Hufflepuff estaban perdiendo fuerza lentamente con cada ejercicio agotador, incluso mientras luchaban con uñas y dientes para mantenerse al día, para seguir adelante, para mantener su frente entusiasta. En un momento, Sawyer incluso escuchó a uno de los Cazadores contemplar en voz baja los pros y los contras de volar en línea recta desde el campo hasta que el árbol embrujado la sacó.
A estas alturas, Violet estaba en el momento ideal de sus tres semanas para demostrar su posición en el equipo. Se estaba acabando el tiempo y, aunque su curva de aprendizaje no era una línea horizontal, cualquier mejora que se hubiera mostrado desde la primera semana había ralentizado su ritmo. Sin embargo, ese no fue el tema más preocupante. Día a día, la pequeña duendecilla de una niña, que ya había sido físicamente más débil que el resto para empezar, comenzaba a desgastarse un poco más, y su rostro estaba visiblemente menos coloreado de vida que cuando Sawyer lo hizo por primera vez. la conocía. Algo estaba mal. Pero cada vez que Sawyer le preguntaba a Violet sobre su cambio gradual pero notable en su apariencia, Violet mostraba una sonrisa brillante, reunía tanta convicción como era posible en su estado ya disminuido, como si no estuviera a punto de colapsar en polvo allí y luego, y diría: "Estoy bien, Sawyer, no se preocupe por mí".
El mismo mantra una y otra vez. A veces, Sawyer no podía decir si Violet estaba tratando de convencerse a sí misma o a Sawyer.
Sin embargo, Sawyer no se tragó ni una pulgada de las mentiras de Violet. Sabía que no tendría sentido tratar de sacar la verdad de Violet, por lo tanto, había decidido vigilar a Violet.
El entrenamiento de esta tarde estuvo agraciado por la ausencia del sol, que fue un cambio bienvenido. Con la eliminación del calor natural, vino un exceso de motivación para seguir luchando contra el letargo que carcomía sus músculos y articulaciones doloridas. Nia había organizado un partido de quidditch simulado en la última hora de práctica, incluidos los jugadores de reserva. Tres cazadores, dos bateadores, un guardián y un buscador en cada lado. Cuando Nia asignó a Sawyer a un equipo y Violet al otro, Sawyer esperaba que Nia crucificara a Violet mientras que Sawyer no estaba allí para limpiar los bordes irregulares.
Pero entre instrucciones a gritos, hubo momentos en que Nia mostró su aprobación. Y Sawyer jugó, a medias, sin su cabeza en el juego, pero observando a Violet en cada paso del camino, desde el segundo en que patearon en el aire y la pelea cambió de competitiva a agresiva.
