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Vegetta fue el primero en hablar después de aquello. 

- Tenemos que salir.

- ¿Y el juego?

- No nos están buscando, Rubén...

Mientras hablaba jugaba con el pelo de la nuca de Rubius, enredando suavemente los dedos en él para después soltarlo despacio. La otra mano la deslizaba por la parte baja de la espalda repartiendo caricias al mismo tiempo que impedía que sus cuerpos se separasen.

Rubius por su parte aún tenía una mano bajo la camisa de Vegetta y deslizaba los dedos por su costado, sintiendo el calor que desprendía su piel en las yemas de los dedos. Con la otra mano comenzó a juguetear con su barba, cosa que se moría de ganas de hacer, y que formó una sonrisa en los labios de Samuel. 

- ¿Y qué vamos a decir cuando salgamos?

- Pues... no lo sé. ¿Hace falta que digamos algo?

- No sé...

Los dos se rieron, pero ninguno se movió. No querían separarse. Tras unos segundos Vegetta se acercó de nuevo y le besó, muy despacio esta vez, como queriendo memorizar el más mínimo roce de sus labios. En ese momento, su móvil comenzó a vibrar. 


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Vegetta empujó la puerta y se apartó un poco para dejar a Rubius salir primero. Rubius se sentía rarísimo. Por un lado estaba como en una nube. Llevaba meses enamorado de Samuel de Luque, el hombre más atractivo que había conocido nunca, convencido de que era un amor imposible, y acababa de descubrir de la mejor forma posible que aquel chico también sentía algo por él. Por otro lado estaba nervioso, no sabía cómo enfrentarse a la realidad, al grupo de chicos que esperaba en la estancia de al lado, y mucho menos a lo que pasaría en el futuro. Escuchó una risita tras él y se giró para mirar a Vegetta, riéndose también aunque sin saber por qué.

- ¿Qué pasa?

Vegetta volvió a soltar una risa igual mientras cerraba las puertas del armario. 

- Que... acabamos de salir del armario. 

- ... 

- ¿Lo entiendes? Hemos salido del armario... saliendo del armario. 

- Vegetta lo había entendido. No lo expliques. 

Vegetta se seguía riendo como si aquello fuera un chiste gracioso. Rubius agradeció tenerle delante para poder mirarle y recordar por qué se había enamorado de él. 

Salieron juntos del dormitorio. Vegetta iba delante y Rubius intentaba disimular, medio oculto tras él, pero pronto comprendió que no había forma de disimular aquello. 

- QUIÉN ES ESE HOOOOMBREEEE...

- QUE ME MIRA Y ME DESNUDAAA

Fargan había sido el primero en empezar a cantar, y le habían seguido varias voces. Rubius se debatía entre huir para no volver nunca, o asesinar a Auron. Vegetta se rio, al fin y al cabo no tenía ningún problema con ser el centro de atención. Pasó el brazo por la espalda de Rubius , pegándolo de nuevo a él. Varios vítores se unieron a la siguiente frase de la canción. 

- UNA FIERA INQUIETA QUE ME DA MIL VUELTAS

- ¡Callad chicos, que me asustáis al chiquillo!

Las palabras del Vegetta fueron recibidas con risas y, aunque Rubius seguía mortificado por la vergüenza, no pudo evitar reírse también. A fin de cuentas, si había alguien en el mundo que no iba a juzgarles, eran los siete chicos que se encontraban frente a ellos. 

Alex se pegó a Fargan para dejar más hueco en el sofá y les hizo un gesto para que se sentaran a su lado. Luzu les ofreció dos cervezas, que ambos aceptaron, y poco a poco la fiesta se fue tranquilizando. Alex le dio un pequeño codazo en el costado a Rubius. 

- ¿Qué? ¿Cómo ha ido?

- Joder Alex, ¿no puedes esperar a volver a Madrid?

- ¿Encima que estáis juntos gracias a mí tengo que esperar?

 - ¿Cómo que gracias a ti?

- Bueno, y a Luzu. ¡EY LUZU! ¡UN BRINDIS POR NOSOTROS!

Luzu se rio desde el otro sofá y levantó su copa, los dos bebieron a la salud de algo que sólo ellos sabían. 

Vegetta estaba hablando con Lolito, intentaba concentrarse en la conversación, pero no podía dejar de pensar en el chico sentado a su lado, y en el calor que desprendía su piel. 

Sintió el móvil vibrar en su bolsillo. 

 

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Rubius sintió a Vegetta levantarse de su lado. La ausencia de su calor junto a él no se sintió sólo en su pierna y su brazo, donde hasta entonces sus cuerpos estaban pegados, también sintió un ligero vacío en el estómago. Hasta ese momento no se había dado cuenta de la seguridad que le transmitía la presencia de Vegetta junto a él. 

Se removió algo nervioso en el asiento y le siguió con la mirada. Pensaba que iría al baño o a la cocina a por algo de beber, pero para su sorpresa salió de la casa. Miró alrededor y se dio cuenta de quién más faltaba en el grupo. Willy, quién iba a ser. Miró de nuevo hacia la puerta y se colocó el pelo con gesto nervioso. Tenía un mal presentimiento. 

- ¿Rubius?

Alex le miraba alzando ligeramente las cejas. 

- Perdona tío, estaba empanadísimo. 

- Ya veo, ya... ¿Todo bien?

- Sí, sí.

Se terminó lo que le quedaba de la cerveza de un sólo trago e intentó concentrarse en su conversación con Fargan y Alex. No lo consiguió. 


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