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Una sombra se deslizó en silencio entre los edificios del pueblo de Karmaland. Avanzaba con cuidado de no ser visto, pero sus movimientos eran ágiles, rápidos y eficaces.

Se asomó a la ventana de una casa. Sólo una chica dormía plácidamente e su cama. Con una habilidad increíble, la sombra abrió la cerradura y se coló en el interior. Tras desvalijar el joyero de la muchacha, se acercó a la cama en la que aún dormía. 

- Bonsoir mademosielle - susurró con voz aterciopelada, antes de ofrecer una reverencia acompañada de una floritura con la mano, y desaparecer de nuevo, dejando la casa en el mismo silencio en que la había encontrado. 

Nada más cerrar la puerta de la vivienda tras él, se pegó rápidamente a la pared conteniendo el aliento. Escuchaba pasos. 

Dos figuras se acercaban desde el final de la calle. Con movimientos lentos pero muy planeados se fue moviendo hasta girar en la esquina de la casa y desde ahí, ya escondido, trepar hasta el tejado para evitar ser visto. Las dos figuras pasaban charlando por delante del edificio. 

- Pero no puedo traicionar a Lolito, me pides imposibles, Luzu. 

- Sabes que Lolito te vendería al mismísimo demonio si eso le fuera a dar beneficios.

- Es posible...

- Además, yo te puedo ofrecer otro tipo de cosas...

El tono de voz de Luzu se había vuelto ligeramente provocativo, pero Auron no era alguien que se dejase seducir fácilmente.

- ¿Y cómo sabes que Lolito no me las ofrece también?

La piel incandescente de Auron permitía al desconocido que observaba desde el tejado distinguir la escena con claridad a pesar de la oscuridad de la noche. La expresión de Luzu se había vuelto de pronto más seria, más dura. 

- Entonces tendría que tomar medidas, porque eso no lo puedo permitir...

- Eso sí que me encantará verlo...

Las voces se fueron distanciando y Lobo Nocturno, el ladrón en la sombra, pudo por fin descender desde su escondite y escabullirse antes de que nadie fuera consciente de su presencia. Unos minutos más tarde llegaba a su guarida, dentro de la mansión de arenisca. 

Una vez guardado el traje, Vegetta exhaló un profundo suspiro. Cada vez que se convertía en Lobo Nocturno, su alter ego, todo aquello que como Vegetta no se permitía hacer, lo hacía sin remordimientos. Cada vez que el Lobo salía, Vegetta se sentía liberado. 



MÓVIL DE VEGETTA:

MÓVIL DE VEGETTA:

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