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Eleanor suspiró sin saber qué hacer al ver que Gigi se negaba a comer otra vez. Las manos pálidas de la modelo alejaron el plato, en una señal para que la enfermera se los llevara de ahí, cosa que hizo inmediatamente.

—Si decide comer, no dude en decirme. — la escuchó decirle antes de abandonar la habitación con la bandeja de comida en sus manos.

La alfa se levantó de su lugar hasta llegar al lado de la rubia. Gigi jugaba con sus manos, notablemente nerviosa, se enterraba las uñas en los dedos, con la mirada en la sábana que la cubría y la mente en otro lado probablemente.

—Rubia. — la llamo por el usual apodo que le había puesto. La mirada perdida de Gigi se levantó, hasta tener a Eleanor en su cuadro de visión. —Tienes que comer.

—La cachorra no..

—La cachorra necesita a su mamá sana y fuerte para cuando le den de alta. — le hablo con lentitud y lo más cariñosa que pudo.

—¿Crees que se vaya de aquí? — preguntó, y Eleanor pudo notar en su mirada cuánto imploraba que dijera que si y tener un poco más de esperanza.

—Así va a ser. — la animó, Gigi asintió, respirando con lentitud. —Pero tienes que comer. ¿Entiendes eso?

—Comer. — asintió, y se incorporó en la cama, en un gesto de que estaba lista para hacerlo. —Dile.. A la enfermera, por favor.

Eleanor asintió, le dedicó una pequeña sonrisa y se dispuso a buscarla en los pasillos. La logró divisar sacando unas bandejas de otros cuartos y le hizo una seña para que la volviera a ver.

—¿Está bien la chica? — preguntó la enfermera acercándose con rapidez. Eleanor asintió. —¿Qué ocurre?

—Ella ha decidido comer.

—Grandioso. — la beta le sonrió y Eleanor pudo apreciar que la chica en serio estaba feliz con aquella noticia. —Iré a calentarle la comida, en unos minutos se la llevaré.

—Muchas gracias. — dijo, y se devolvió a la habitación de la rubia, quien la miró en busca de la bandeja de comida.

—¿Y la comida? ¡Tengo que estar fuerte para mi cachorra, Eleanor! — dijo algo entusiasmada. Eleanor le sonrió mostrando sus dientes. Sintió a su animal gruñir complacido por ver a su omega más animada.

—En unos minutos te la van a traer, rubia. — aclaró, volviendo a sentarse en el pequeño sillón en el cual había estado durmiendo desde que habían ingresado a Gigi en aquel lugar. Se estiró un poco y jadeó al sentir su espalda sonar.

La omega levantó su vista hacia la castaña, quien fingió no haber escuchado aquel placentero sonido de su espalda crujir. Gigi rodó los ojos.

—Deberías ir a dormir a tu casa, alfa.

—Estoy bien aquí.

—Si al menos durmieras junto a mi, pero no quieres, así que no estás bien. — le reclamó el hecho de que había ofrecido compartir la camilla y Eleanor se negó.

La alfa carraspeó, fingiendo no oírla, y acomodando su larga cabellera castaña. Gigi tomó una almohada y se la lanzó haciéndola sorprenderse, Eleanor la volteó a ver confundida.

—Deja de ignorarme.

—No lo hago. — gruñó, lanzándole la almohada de vuelta. —Sólo no veo la necesidad de discutir por eso. No me iré.

—Si no vas a irte al menos compartamos la camilla. — sugirió, no podía seguir haciéndose la que no escuchaba a Eleanor en la madrugada puteando a todo el hospital por según sus palabras exactas. "El sillón más incómodo de la puta vida".

Enlazados [Zouis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora