Un sombrero muy audaz

180° [2]

La clase de hoy había terminado, estaba desesperada por querer regresar a mi casa y dormir un poco, tenía mucha tarea pendiente.

Esperaba sentada en un paradero de autobus, mientras aproveche para leer el manual del curso, no podía desperdiciar ni un solo segundo.

Hasta que de pronto algo me sorprendió, un músico callejero de alta estatura estaba tocando su guitarra frente al parque, sentí algo de pena al ver que lo trataban mal solo por echarse algunas rolitas chingonas.

Comparaba mi futuro con de él, se sentiría algo triste terminar como un músico callejero, no como si quisiera decir que es el peor oficio, todo trabajo es digno, solo que en mi caso no me gustaría verme así, tenía que terminar mis estudios y alcanzar la estabilidad económica, así que regrese a seguir leyendo mi libro.

Pasaron unos minutos y luego súbitamente alguien me lanzó una tela en la cabeza.

Puta madre exclame en mi mente, se me habían caído los anteojos y se desajustaron mis brackers.

Estaba todo oscuro, no podía ver nada por aquel manto que cubría mi rostro, era como si alguien te abrazara fuertemente la cabeza, el lado bueno fue que aquella tela tenía un dulce aroma que te hacía sentir en las nubes, un olor muy fácil de detectar, ¡si!, olían cómo los árboles de trufula que estaban en las afueras de la ciudad.

Intente quitarme ese manto lo más rápido posible para ver quién fue el que lo lanzó y poder funarlo xd

Al levantarlo un poco para poder ver algo al menos mi cabello hizo sincronizacion con el manto y me dejó un hermoso peinado que combinaba con la forma de esa manta, tomó la forma de un sombrero muy audaz.

No pasó ni 2 segundos que las chicas populares de mi clase comenzaron a admirarme y un chico me propusiera una cita, pero me concentre rápido en localizar al que me lo había lanzado.

Lo había perdido de vista, quería darle las gracias por todo lo que había hecho por mí, pero de pronto un ciudadano que pasaba logró decirme que eso le pertenecía al músico del que hablaba antes, tenía que seguirlo y devolverle su manta y quizás lograr convencerlo de que me haga una.