[2] Un humano

63 18 0
                                    

Tsukishima Kei estaba teniendo un día realmente malo cuando reparó en el hermoso cielo nocturno que se alzaba sobre su casa.

Al principio no le dio mayor importancia, solo eran estrellas. Pero, después de observarlas durante algunos minutos, se dio cuenta de que una de las estrellas era diferente a las demás, lucía como si su brillo fuera mil veces más fuerte y sus destellos parecían saludarlo desde la distancia.

Por más extraño que pueda sonar, el frío que sentía en su corazón se desvanecía entre más admiraba a aquel astro.

Se sentía igual a cuando salía a acampar con su padre y éste se pasaba toda la noche contándole historias de cuando era adolescente mientras admiraban el paisaje.

Pero su padre ya no estaba con él.

Es decir, no había muerto... Pero se pasaba todo el día en la oficina, ocupado con su exitosa empresa. Su madre no era diferente, ésta se la pasaba viajando por negocios y la veía, más o menos, cada dos meses.

Además, desde que su hermano había entrado a la universidad, éste siempre estaba estudiando y con proyectos pendientes, razón por la cual solo lo veía en vacaciones.

Fue por culpa de todas esas cosas que Tsukishima siempre se encontraba solo, con esa brillante estrella como su única compañía y consuelo.

Con el tiempo, el rubio se aprendió de memoria la localización exacta de su estrella: justo en medio del grupito de cinco estrellas y las otras dos estrellas que, según Tsukishima, eran las estrellas que le hacían compañía a la suya.

Todo iba bien para el joven estudiante: durante el día asistía a la academia, jugaba al volleyball y estudiaba mientras escuchaba sus canciones favoritas, y por la noche simplemente se dedicaba a admirar a su querida estrella.

Pero un día su rutina cambió.

Mientras observaba a su querido astro, una estrella fugaz que pasaba cerca emitió un destello de luz que por poco lo deja ciego.

Cuando recobró su vista, su querida estrella había desaparecido. Ahora solo había vacío entre el grupo de cinco estrellas y los otros dos astros.

Vacío.

Vacío se encontraba su corazón.

Era extraño que se sintiera de esa manera, solo era una estrella.

Pero él lo comprendía. De seguro nadie más podría hacerlo, pero Tsukishima Kei no era como los demás humanos.

 De seguro nadie más podría hacerlo, pero Tsukishima Kei no era como los demás humanos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El chico que era una estrella [TsukiYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora