Mientras tanto

22 2 1
                                    

Alex aprovechó la mañana para preparar todo lo que necesitaría. 

Primero, se ocupó de la seguridad. Estuvo toda la noche minando hierro únicamente, de esta forma, consiguió un total de 20 torretas que colocó en cualquier lugar por el que cualquier miembro de la hermandad oscura podría usar para entrar.

Luego, tomó a Jimmy como protección y vació una de sus mochilas para, mas tarde, salir hacia la comisaría para llevarse las pruebas que tenía y justificar su ausencia por algunos días.

Dejó algunas indicaciones, comentó que necesitaba centrarse en algo sin entrar mucho en detalles, lo último que quería era poner en peligro a alguien del personal.

Incluso les dijo que descartaría el archivo de la hermandad oscura porque los daños ocasionados no eran lo suficientemente graves como para llevar una causa penal como la tenían, que debían volver a empezar con otra carátula, aunque les aclaró que él se encargaría al volver.

Decir esto último le generó un pequeño revoltijo en el estómago.

¿Volvería? Eso esperaba, realmente lo quería así pero ¿Y si algo le pasaba?

Su conciencia convirtió el pequeño dolor estomacal en un terrible nudo que se sintió como meter un tornado dentro de una bolsa. Quiso vomitar, pero se contuvo y acarició a su mascota, eso siempre le ayudaba.

Se retiró del lugar, susurrando bajo una despedida, por si no lo lograba. Su malestar se alivianó, solo un poco, pero lo hizo.

Camino a casa, con todo lo que necesitaba en su mochila, compró algunos suministros. No estaba seguro de cuánto tiempo estaría encerrado pero era mejor prevenir que curar.

Vegetta, que lo encontró en el pueblo mientras hacía malabares para llevar al emocionado animal sin que se le escape mientras cargaba una cantidad descomunal de alimentos, se ofreció a ayudarlo, pero él insistió en que estaría bien para luego sonreírle y seguir con su camino.

Una vez en casa, selló la puerta y aseguró las ventanas. Nada debía poder entrar en aquel refugio a partir de ese momento, además de que todos sus sistemas de defensa no molestarían a los pueblerinos porque pocas veces pasaban por su casa. Beneficios de vivir en la montaña.

Bajó al segundo piso, donde había dejado hueco para sus cofres, e hizo una oficina improvisada, quedando justo debajo de su casa, para mas protección, y empezó.

Not like thatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora