𝘘𝘶𝘪𝘯𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 ;

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Los invitó a pasar y en cuanto pasaron ambos mostraron su respeto a un pequeño altar que el jóven tenía.
Ahí estaba una foto del chico al que buscaban lo más irónico es que era casi idéntico al retrato, solo que ahí tenía vida, tenía color, tenía una sonrisa.

Las lágrimas de Hina no dejaban de salir. Era el mismo chico que estuvo con ella esa noche, ¿Cómo es que pasó?

Namjoon conmocionado igual que su amiga, tomó asiento frente al joven que les ofrecía un poco de té debido al frío.
――¿Cómo fue...?

――Jimin estaba pasando por muchos conflictos consigo mismo. No se sentía bien y también sufría algo de inseguridad.
Él estaba cansado.
――La voz de Seok Jin se rompía con cada palabra que salía de su boca.

――Decía que no hacia nada en especial, que todos sus días parecían solo estar ahí pero no sentía que estuviese viviendo en verdad. La tristeza le estaba consumiendo poco a poco.
Tenía muchas metas, pero también tenía demasiados miedos. Miedo a fracasar, miedo a que lo juzgarán todo el tiempo. Se sentía una flecha sin dirección.
Él... Siempre fue una persona muy fuerte.... Pero... Aún no entiendo qué le llevó a eso.

――Yo

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――Yo... Me siento tan... Inútil. ¿Qué clase de amigo soy que ni siquiera pudo encontrar apoyo ni alivio en mi?
Jin rompió en llanto enfrente de ellos, para Namjoon fue duro ver eso y lo abrazo queriendo darle confort.
――Prometí que lo cuidaría pero... No hice nada.

――Lamento que esto haya pasado.

――Lo peor es que... Se fue el día de su cumpleaños.

Por la fecha que estaba en el altar, Hina fruncio el ceño――¿Cuando?

――El 13 de este mes, hace unos días.

Con los ojos bien abiertos Hina negó varias veces.  ――Eso no puede ser verdad.

――Pero lo es.

――No, no, porque... Yo lo ví. Yo... Estuve con él.

――Es imposible. En la mañana él fue a la escuela y en la tarde...

――Pero... yo lo ví en la noche.

Desconcertado por lo que decía Jin, limpio su nariz y les observo con atención. ―¿Cómo conocían a Jimin? Él no tenía muchos amigos y nunca los había visto a ustedes.

――Yo lo conocí en un bar, en la noche del 13.
Hina intentaba no sonar loca pero sus lágrimas volvieron a salir. ――Él y yo hablamos. Me llevó y durmió en mi casa.

Namjoon se sintió algo incómodo, ahora nada parecía tener sentido.

――Él me abrazó y... Me dijo que siempre... Que siempre quiso conocerme.

Con el mismo semblante de confusión, el jóven notó un pequeño detalle en la chica.
――¿Tomas el Metro de las 3 todos los días?

――¿Sí?

――¿Y siempre usas esa bufanda amarilla?

――Sí, ¿Eso que tiene...?

――Así que eras tú.

――¿Disculpa?

――Jimin siempre hablaba de ti de una forma feliz, diciendo “Hoy volví a ver a la chica de la bufanda amarilla, se veía igual de hermosa que ayer”.

Hina sintió un nudo en la garganta más grande.
――Creo que tú eras esa pequeña pizca de felicidad que él obtenía antes de llegar a la escuela.

Suspiro. ――Nunca tuvo las agallas de acercarse a ti. Porque decía que tal vez te asustaría o que quizás no te interesarias en alguien como él.

――Eras como su amor imposible. Su inseguridad no le dejaba acercarse.

Con eso Hina pudo abrirse paso en sus recuerdos.
――Él me ayudó con mis libros esa tarde.

――Creo que todos estamos un poco cansados.

Demasiado. ”

―Y luego en la noche... Él me abrazó.

Sin embargo Jimin ya estaba muerto para ese entonces.
Jin empezó a reír entre lágrimas causando que ambos amigos se vieran de reojo con rareza. Con algo de alegría y sorpresa el chico pronunció.――No me digas... Que el muy tonto antes de irse al cielo... Fue a verte.

Y eso solo hizo sentir peor a la chica que ahora lloraba desconsoladamente.
Nam le abrazó, Hina arrugada el pedazo de papel en su mano.
Todo su corazón dolía demasiado.

――Por mi no hay problema si quieren quedarse.
Jin invitaba.――El clima parece que empeorara y llovera en cualquier momento.

――Descuida, pediremos un Taxi.
Namjoon tranquilizó, se dieron la mano y Jin abrazó a Hina.

――Por favor, no llores más. No creo que a él le hubiese gustado ser la causa de tu tristeza.

Le regalo una sonrisa y se marcharon de ahí.
En el trayecto ninguno de los amigos dijo algo, Nam solo podía escuchar los gimoteos de Hina.
El dolor le quemaba la garganta.
Quería gritar.
El chico del que se enamoró, había estado enamorado de ella desde antes de conocerla y cuando ella quiso ir hacia él ya era demasiado tarde.

Ahora podía recordar esas veces que subiendo al metro sentía una mirada y él sólo desviaba la suya fingiendo ver otra cosa.

Todo este tiempo era a ella.

Y lo último que quiso hacer fue despedirse.

Ahora todo tenía un poco de sentido.
La razón por la que él solo estaba interesado en las cosas que ella hacia o le gustaban.
El motivo por el que le pidió el abrazó, el gracias.

Jimin no quería marcharse sin haberla oído reír.

Cuando Nam la dejó en casa, dio un beso en su frente y la abrazó con fuerza.

Luego ella entró a casa, para deslizarse sobre su puerta y continuar con todo su llanto.

Quien iba a decir que la historia de amor que creia que tendría daría un giro de esta magnitud.

Le abrumaba no saber el tipo de soledad que tuvo que enfrentar como para querer irse de esa forma.
Se abrazó a si misma queriendo reconfortarse pero no lograba nada.

Ahora sabía porque sus ojos se veían tristes esa noche.

Porque ya no iba a volver a verla.

Porque ya no iba a estar ahí.

Porque ya había tomado su decisión.

Porque dolía y pesaba.

“Decía que si fuera más valiente, podría decirle a la chica de bufanda amarilla lo hermosa que era y lo mucho que le gustaba

Pero que mientras tanto le bastaba con observarla de lejos y toparse con sus ojos de vez en cuando”.

見たことない 𝕛𝕒𝕞𝕒𝕚𝕤 𝕧𝕦 ✡ jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora