Aura

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Verano

Es verano, pero llevo ropa de invierno ¡Sí! ¿ Y qué? El sol es vida que ilumina. Sale para los justos y pecadores. Soy pecadora por naturaleza y justa por inercia.

Aquí en la tierra esta el infierno oral, todos juzgan con su regla de moral, mientras dan fuertes latigazos con su lengua que entra en fosas ajenas.

Puedo percibir las miradas curiosas de los transeúntes al verme pasar. Examinan con disgusto mi apariencia poco atinada.

Es tiempo de ropa holgada, sin embargo, este chaleco polar y la bufanda tricolor acompañan mi andar.

En este pueblo no se salva ni el perro. Todos saben de todo y se la pasan criticando.

-¡Poco importa!- exclamo en mi cabeza.

No siento calor, es más podría jurar que me invade una gran bola de nieve y cristal. Me dejo rodear por un valle con flores.

¡Ahí está la señora Norma! Con sus grandes bolsones de pan. Me ve pasar simulando un poco de piedad.

Ella siempre "come velas" ¡ajá! Todos sabemos que disfruta seducir al párroco de la iglesia con su escote que deja ver sus bustos.

Le doy vuelta la mirada, estoy sumamente asqueada de "esas" personas que simulan ser fieles a Dios, pero condenan con las palabras. Bueno, ella es una hipócrita más en suma.

Esta mañana algo se quebró, en este monólogo interior reflexioné sobre mi vida, mis deseos y mi amor.
¿Perdí el amor? ¿Dónde está mi esposo? ¿Él todavía me ama?

Las caras del desamor traen frustración.

El centro de Jardín América es pequeño, una línea recta de tiendas, carnicerías y un supermercado. Esto es la muerte con mil ojos observando y acechando sin pestañear.

Los pobladores son viejas espías desde sus ventanas diseñadas para mirar, y controlar porqué sus vidas vale por el chisme y el qué dirán.

El aroma a pan recién horneado despierta hambre, pues, no comí en días y he sido maldecida con la soledad de un amanecer sin compañía. Me siento devastada, solitaria. Nadie me ayuda, solo soy un ente entre tanta gente.

Soy un zombie a la deriva en busca de sesos para saciar su apetito desmedido. Las personas pasan junto a mí con asco, evitan mi camino por temor a ser mordidos.

¿Cómo llegué a esto?

Huelo a rancio, mis uñas están sucias y mi ropa apesta a tierra húmeda y estiércol.
El estómago ruge ¡necesito comer! las necesidades básicas están insatisfechas. La saliva se amontona en mi boca deseosa por un pedazo de pan recién horneado.

La mala suerte pisa mis talones, pues, desvío el camino trazado. Veo con malas ganas a mi tía golondrina saliendo del mercado con grandes bolsas en sus manos. La acompaña su hija, esa que simula vida casta. Ambas parecen estrellas de cine con grandes gafas en sus rostros y vestidos coloridos que no pasan desapercibido. Las debo evitar, o seré condenada por sus lenguas chismosas. Me imagino diciéndole a la familia: - Aura, parecía una muerta viviente ¡Qué pena da!

Momento después de mi escape ante la supuesta ley familiar, puedo sentir escalofríos recorrer mi cuerpo, estoy enfriada o a punto de tener fiebre. Busco un lugar para dar descanso a mi fatalidad.

Veo a pocos metros una gran silla de madera. En ese baldío de tierra colorada descansaré hasta que la noche llegué nuevamente.

Soy Aura, tengo 25 años y estoy naufragando en este pueblo de mala muerte.

Ayer tuve marido, amante, casa y hasta un coche. Hoy no sé si eso todavía es mío.

La sucia silla recibe mi cuerpo abatido. Me dejó caer, soy una bolsa de papas en una cama suave y tibia.

En mi mundo, todo es tibio y colorido.

Recuerdo:

Los brazos de mi marido, estrechando mi cintura.

Los labios húmedos de Dennis me besan tibiamente.

Entonces estoy a salvo nuevamente.

Belleza

Soy delgada como una tabla, morena como el café. Observé con detenimiento mis pezones puntiagudos, se dibujan bajo mi remera blanca. Mis piernas recién depiladas huelen a jabón floral. Examino mi joven apariencia frente al viejo espejo de la sala. Estoy creciendo, convirtiéndome en mujer. Soy como esas modelos que salen en revistas y posan en ropa interior frente a las cámaras. Me encanta ver como mis parte baja se viste de encaje blanco, es pureza que todavía conservo.

El calor es húmedo, agobiante y agrio. Aquí el verano es una hoguera, vivir en este lugar es caminar sobre brazas calientes.

Estoy explorando con suma devoción mi crecimiento. Los chicos del barrio halagan mi pasar con piropos o gestos pícaros. Estoy convencida que podré conocer a un hombre, quisiera un novio para dar rienda suelta a la pasión y al amor.

Mi intimidad arde. Mi mano se desliza lentamente dentro de mi sexo. Mis dedos exploran la humedad de mi pequeña montaña sexual, recuerdo la novela de la tarde y ese beso apasionado de los protagonistas dentro del agua ¡desnudos!

Mi cuerpo se tensa con tan solo imaginar el contacto con un cuerpo masculino. El placer es algo que quiero conocer en los brazos de algún galán.

El ritmo frenético de mis dedos estimula mi caudal sexual. Entre abro la boca en búsqueda de aire, explorar mi cuerpo se volvió un ritual de todos los días.



Aura: Basada en hechos reales ❤️💓💞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora