Hace cinco años

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No te equivoques.
Solo respondo si lo provocas,
mientras me dejes en paz
no te voy a desear ningún mal.

A decir verdad, jamás te lo he deseado.
Es solo un intento por mantener mi fachada.
No me gusta que me vean siendo vulnerada.
Prefiero ser tachada de egoísta
y extrañamente, siempre elijo ser abandonada.

Las guerras que se libran en mi cabeza
no serán libradas por almas extrañas.
Aquí mi soledad es la que manda.
Pero, ¿recuerdas lo que dijiste?
¿la estupidez que prometiste?

«Igual que Jean Grey tienes un poder que no logras controlar.
Pero no tengo miedo,
así que me quedaré a tu lado
para asegurarme de que no destruyas el universo».

Debiste añadir que serías tú quien intentaría destruirme.
Ahora que lo sé, no hago más que reírme.
Las señales fueron obvias,
pero estaba distraída negando que deseara ser tu novia.

Tres años tal vez no sean mucha diferencia,
pero esos rumores para mí eran blasfemia.
Mi hermana tenía tu edad,
eras más adecuado para ella.

Pero tú insistencia por buscarme
fue proporcional a tu ambición.
Si me hubieras escuchado...
Si hubiese entendido tu canción...

Cuando la bomba estalló ya era tarde.
Mis pedazos estaban volando por los aires.
¿Te maldije?
Sé que no lo hice.

¿Por qué lo hiciste tú?
¿Por qué me diste la espalda tras abofetearme?
He aquí al ser más ruin y despreciable.

Volar y caer no es de cobardes.
Empujar a la gente que confía en ti por el borde del abismo,
no es lo que hacen los mejores amigos.

Aun así, mi último poema no era para desearte el mal.
Te quería y deseaba que tuvieras una buena vida,
pero mis deseos no se hacen realidad.

¿Qué deseaste tú para que tu futuro se torciera?
Quizás ahí encuentres la respuesta.
Tal vez en esos deseos egoístas
entiendas al fin que no eres tan inocente como predicas.

Y lamento mucho que tengas cáncer.
Mencionarlo es muy, muy bajo.
¿Cómo fue para ti humillarme?
Pero bueno, de los dos, yo soy la cobarde.

Mis comentarios no deberían molestarte,
solo son alaridos de un animal herido.
Como consejo, debiste rematarme.