4

18 2 0
                                    

Ahora que mencioné tu enfermedad,
supongo que me debo disculpar.
Eso es algo que tú no sabes hacer.

No lo dije porque deseara burlarme.
Solo quería decir algo hiriente,
algo que te lastimara mínimamente
y sé que eso te arruinó los planes.

También soy consciente de que no estuve a tu lado,
Así que de eso sí puedes culparme,
pero te recuerdo que fuiste tú quien me obligó a alejarme.
No iba a quedarme junto a mi asesino.

Me enteré hace poco.
Fue un lunes por la mañana.
Desconozco si recuerdas que me gusta madrugar,
de ti sabía que te desvelabas tocando la guitarra.
Imagina mi sorpresa cuando descubrí
que ahora te quitaba el sueño la quimioterapia.

Te doy mis condolencias
y sé que no puede compararse la situación
porque a ti se te dañaba la sangre y el cuerpo,
la muerte realmente estuvo cerca de parar tu corazón
y lo mío solo fue un berrinche tonto.
Eso dijiste, ¿no?

Pero la muerte emocional también duele de verdad
y ojalá a mí me hubieran visto diez médicos
y mis lágrimas las secaran seis enfermeros,
y deseé que al verme al menos me tuvieras piedad.

Ojalá me hubieran extirpado el tumor en menos de tres horas,
habría iniciado mi recuperación de inmediato
y seguiría las instrucciones al pie de la letra.
Juro que no me hubiera automedicado
y dejaría en paz para siempre mis venas,
si tan solo me hubieras dado una respuesta.

Después de un tiempo dejé de hacerme preguntas
y empecé de nuevo con mis heridas abiertas.
Es gracioso que antes de conocerte deseaba matarme,
pero cuando me clavaste el último puñal
de repente amé la vida.
¡Qué graciosa ironía!

Tú amabas la vida, el mundo y la ciudad.
Tenías un montón de sueños que conquistar.
Nunca reparaste en la oscuridad
porque estabas convencido de que tu destino era brillar.

¿Me culpaste de eso también?
¿Es que yo soy un ave de mal agüero
y por eso tenías que cazarme?
¿Por eso fuiste tan severo?

Soy capaz de ver a través de ti
y no me parece justo que te presentes
como un pobre y buen chico al que el destino ha maldecido.

Sé que no soy la indicada para señalar tus faltas,
pero tampoco quieras convencerme de que estoy equivocada,
de que todo es producto de mis fantasmas,
de que he escuchado voces en mi cabeza
y que la única verdad es la que profesas.

Manipular al resto puede ser tu remedio
o tu muestra de poder
y tu manera de mantenerme en silencio.
O quizás solo te ayuda a lidiar con el arrepentimiento.
La verdad nos la dará el tiempo.














Hace cinco añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora