Manuel Octavio Bermúdez

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Manuel Octavio Bermúdez (15 de octubre de 1961) es un asesino en serie colombiano. Apodado 'el monstruo de los cañaduzales', por secuestrar niños y llevarlos posteriormente a las plantaciones de caña de azúcar para asesinarlos. Era vendedor de helados y confesó que regalaba entre diez mil y quince mil pesos a las víctimas para engañarlas.

Varios medios investigativos y periodísticos lo vinculan por el asesinato de 21 niños. Otros medios afirman que cerca de 34 menores de edad fueron asesinados por Manuel.

Manuel utilizaba un fármaco llamado lidocaína, perteneciente a la familia de los anestésicos locales, para anestesiar a sus potenciales víctimas. También utilizaba a menudo, diversos objetos como cordones, jeringas, ampolletas y frascos.

Para mediados de 2002, un niño que logró escapar de Manuel, confesó a las autoridades diversos aspectos físicos del asesino y que utilizaba una bicicleta. En 2003 fue detenido por las autoridades Manuel Octavio Bermúdez, después recibir los detalles específicos del paradero del asesino, y de la forma en como operaba. Según las autoridades, en la casa de Manuel se encontraron fotos de sus víctimas y gran variedad de "objetos y prendas íntimas". También encontraron un calendario.

Finalmente, confesó el asesinato de 21 menores de edad, entre los 9 y 13 años. Su condena fue de 56 años, posteriormente reducida.

Durante cuatro años un hombre sembró la muerte en los cañaduzales del Valle. Sus víctimas eran niños de extracción humilde entre 9 y 14 años. Reconoció que asesinó a 21 menores, de los cuales hallaron 17; seis de ellos siguen sin identificar. La tragedia de las familias continúa.

Lo vio en un callejón oscuro. Seguía a un hombre rodeado de niños, pero cuando la observó corrió hacia ella y le gritó: mamá, ese señor engaña a los niños. No deje ir a Daniela con él, le puede hacer lo mismo que a mí.

Nidia Balanta despertó llorando. En su pecho se ahogaron los sollozos y la imagen del cuerpo de su hijo tendido en una camilla de acero regresó a su mente. Saltó de la cama a la habitación que sus dos hijas mujeres comparten. No se tranquilizó al ver a Daniela, su hija menor, dormida como un ángel.

Nidia siente que su hijo José Miguel se le apareció en sueños para prevenirla. Por eso y pese a que en su hogar el dinero escasea y los gastos aumentan, casi no sale a trabajar por no dejar solos a sus tres hijos.

Aún no ha superado lo que le pasó al mayor de sus vástagos hombres. Nidia, una humilde trabajadora que lava ropa, todavía recuerda el Jueves Santo del 2003 cuando su hijo le pidió permiso para ir con un hombre a recoger espigas.

Ella le dijo que era muy peligroso salir con un extraño. Volvió a su trabajo como aseadora en una fábrica de bizcochos, cerca a la Basílica de Buga, mientras José Miguel supuestamente le contaba al hombre que no lo habían dejado ir.

Nidia no sabe si la ilusión de comprarse unos tenis nuevos hizo que su hijo la desobedeciera por la promesa del desconocido de pagarle $15.000.

Ese Jueves Santo, a las 5:00 pm, fue la última vez que lo vio con vida. El lunes de pascua escuchó en la radio que en un cañaduzal de Yotoco habían encontrado a un niño con las mismas características de su hijo.

Acudió a la morgue y lo reconoció. Ese día José Miguel cumplía 13 años.

Hace dos años fue la última vez que soñó con él. Fue la pesadilla del callejón oscuro, donde veía al hombre que se lo llevaba.

Nidia no sabe que ese hombre rodeado de niños era Manuel Octavio Bermúdez, 'el monstruo de los cañaduzales'. Nadie le dijo que al asesino de su hijo lo capturaron el 18 de julio del 2003. Los campesinos como ella no piensan en venganza. Habla de resignación y de la fortaleza que Dios le ha dado para soportar su pena.

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