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Las cosas se habían vuelto un tanto extrañas para Gustabo. Luego de esa simple semana casi todo el sentido de su vida había desaparecido; Horacio comenzó una relación secreta con el comisario Viktor Volkov.

Todas las noches que patrullaron en esa semana juntos fueron suficientes para que el ruso abriera su corazón y se entregara al amor de Horacio. Pero, a pedido del hombre, la relación se mantendría en secreto por un tiempo, y el alumno de la cresta roja aceptó sin dudar. Pero, obviamente, Gustabo sabía de esa relación; y se sentía extraño.
Al principio estaba completamente emocionado al ver la felicidad de su hermano, pero luego del atraco de esa tarde no estaba completamente seguro.

Hubo una negociación en la que el comisario estuvo a cargo y luego una larga persecución que terminó en un tiroteo en el medio del monte.
Los atracadores les llevaron hasta allí donde había un tirador escondido en lo más alto de una montaña y recién se percataron de su presencia cuando comenzó a dispararle a Horacio.

Instintivamente Gustabo iba a cubrir a Horacio pero se quedó estático de la sorpresa. Volkov, de un salto, agarró al de la cresta y lo tiró detrás de un patrulla para cubrirle. Luego, con un disparo certero, el comisario abatió al tirador.
Y él, por tradición, se llevó un disparo en el hombro.

Luego de ir al médico y haber salido de servicio ya se encontraba cómodamente echado sobre el sofá rojo -elegido por Horacio- que se encontraba en el living frente al gran televisor.

—¡Horacio! —llamó al verle pasar por detrás del sofá— ¿Cuál vemos hoy?

Era viernes, ambos tenían la noche libre y eso significaba desvelarse viendo una maratón de películas.

—¿De qué hablas Gus?

—Pues de la maratón de pelis, hombre —rio— ¿Por cuál empezamos?

Gustabo frunció el seño al ver la cara nerviosa del otro.

—¿Qué pasa Horacio?

—Hoy no podrá ser, Gustabo, iré a la casa de Volkov a cenar, lo siento.

El rubio, aunque le desanimaba la idea, sonrió, porque si Horacio era feliz, él también.

—No me des sobrinos, por favor —bromeó.

Horacio rio, le dio un beso en la cabeza, agarró las llaves y salió.

Apenas la puerta fue cerrada la sonrisa de Gustabo desapareció y la sensación de soledad comenzó a abrumarle.
Era extraño, tiempo atrás odiaba la idea de que Volkov no correspondiese los sentimientos de Horacio, no lo entendía, ¿Cómo el comisario no era capaz de ver lo especial que era?
Pero, ahora que le correspondía, lo odiaba aún más.

O quizás no le odiaba, pero detestaba con cada milímetro de su alma que el ruso tuviese la completa atención de su hermano. Aunque, si eran pareja, era de esperarse.

La vibración de su celular le sacó de su ensimismamiento, agarrándolo apresurado ante la posibilidad de que sea un mensaje de Horacio.

Tío Tom

¿Te dejaron sola, putita?
22:16

Gustabo frunció el seño y tecleó inmediatamente una respuesta. 

Tío Tom

¿Y usted cómo lo sabe?
22:16 

Yo sé muchas cosas, nena. 
Además Volkov me contó sobre su cita con Horacio, y supuse que no te habrían llevado. 
22:17

Gustabo rodó los ojos ante la respuesta. 

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2021 ⏰

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