La nieve no cesaba y en la carretera era cada vez más difícil conducir sin perder el control del vehículo. Sadie trataba de ir lo más rápido possible, pero ya llegaba tarde.
Cinco minutos para ser precisos. Lo peor era que aún no había llegado a su destino y no parecía que fuera a llegar en poco tiempo. El tráfico causado por la nieve era evidente, pero eso no seria una excusa válida para su extricta madre.
Mientras observaba los coches parados frente a ella empezaba a visualitzar la regañina de su madre y su cara de decepción. Resopló con frustración y apoyo su cabeza en la ventana lateral de su coche.
La radio sonaba de fondo y la estaba empezando agobiar. No era que no quisiera saber lo que pasaba en el mundo o que viviera sus mundos de Yupi, sinó que simplemente no estaba preparada para afrontar que el mundo en el que vivía era un desastre.
Cuando no había guerras, la voz de los políticos retumbaba en la televisión, ya se hacía monótono y rutinário el hecho de ver que cada día los mismos que seguían luchando por el poder.
Honestamente, pasaban más tiempo discutiendo entre si, que realmente governando o haciendo del país un país mejor.
Sadie alzó la mano para apagar la radio, pero su móbil sonó y no tuvo más remedio que cogerlo. Ya sabía de quien se trataba, no hacia falta ser un genio por saber que en la otra línia la esperaba una mujer no muy simpática.
- Mamá, estoy llegando. Había tráfico y estoy haciendo lo posible, pero no creo que -quiso continuar, pero oyó un sollozo.¿ El propietario de ese sollozo era su madre? No podía ser su madre, impossible, ella no lloraba, nunca. -¿Mamá?
- Se ha ido hija. Tu padre nos ha dejado -dijo entre susurros. No, no, no, no. No podia ser. Su padre había muerto y ella no había tenido el valor de decirle que lo queria. Que lo necesitaba. Un torrente de agua salada abandonó sus ojos. Madre e hija estaban llorando, con el corazón partido. Pasaron varios minutos hasta que Amelia no habló de nuevo.
- No vengas al hospital, nos veremos en casa. -dijo cuando se recompuso.
- Pero mamá- trato de debatir la hija, antes de ser duramente cortada por la madre.
- Pero nada hija -dijo con firmeza, pero aún con la voz temblorosa. Al darse cuenta que había sido demasiado dura y más especialemente en un momento así, se disculpó -Lo siento, lo siento por todo. Pero no me dejes, ¿vale? Por favor. Sé que no te lo parece, pero eres lo único importante que queda en mi vida. No me abandones, no otra vez -Sadie no comprendió lo que quiso decir en ese momento, pero no le preocupó. Era la primera vez que su madre no se mostraba como un monstruo sin sentimientos.
- Mamá, te quiero, ¿lo sabes verdad? -dijo la chica con ternura.
- Si, lo sé -hubo un silencio durante unos segundos, pero Amelia volvió a hablar -Sadie, mañana ven a casa, porfavor.
- De acuerdo, mamá, allí estaré -dijo dócilmente.
- Gracias cariño -después de eso colgó.
Sadie no sabía como reaccionar, estaba en shock. No sabía que hacer: por una vez en su vida, su madre se había comportado como una madre, pero esto había pasado por la muerte de su padre. Su padre, nunca habría podido imaginar que este seria su fin. Las lágrimas volvieron con el recuerdo de su padre.
Salió del coche con los ojos rojos y hinchados, anegados de lágrimas. Tenía la visión nublada a causa de las gotes salades que provenian de sus ojos, sin querer chocó con un muchacho. Al alzar la cabeza se dio cuenta de que la persona que se encontraba delante de ella era Luca. Y en esos momentos tenía el ceño fruncido con preocupación.
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FEARLESS
RomanceEl reflejo que mostraba su espejo era desconocido. No era ella, de eso estaba segura. Sus mejillas y ojos estaban rojos y no era por el frío. Lo había perdido, lo había perdido por su maldita cobardía. Una vez más Sadie había cedido a la presión y h...