Capítulo uno: Sobrellevar una perdida.

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Capítulo uno: Sobrellevar una perdida.

| Ailani Reyes |

Nunca he llevado bien eso de las pérdidas, más bien, creo que nada relacionado a sufrir y el dolor es algo que pueda llevar bien, por eso, mamá ha estado tan preocupada por mi estado junto con Garret y Pamela. Si no fuera por ellos, seguiría en casa con una sudadera que me quedaría grande pero con el perfume que aún perdura de Jared, con mis pantalones más cómodos y unas calcetas para que el frío del piso no me enferme, eso sería lo ideal, podría llorar en un lugar donde los recuerdos me atacaran pero al menos me aferraria a los buenos momentos, a los momentos donde yo era feliz. En cambio, estoy frente a la psicóloga, quien me mira como si fuera capaz de comprenderme y a la vez, sin juzgar, pero es justo esa mirada la que me hace repeler, yo no quiero estar aquí: solo quiero acurrucarme, cerrar los ojos y creer que estas últimas semanas han sido una pesadilla. Un chiste del destino, algo que pueda ser reversible.

—Ailani... sé que es difícil pero tus padres creen que es una buena opción mudarte, no qui...

Ni siquiera la dejo terminar porque ya sé lo que quieren, quieren que no me hunda pero... ¿cómo no hacer cuando el amor de tu vida ha fallecido? ¿Cómo pretenden que sonrisa, fingir que todo está bien? No lo está, Jared está muerto. Jared ya no está... Y yo no soy capaz de afrontarlo.

—Sé lo que quieren —a pesar de mis desgana, el tono sale mordaz, y es que el tema me deja mal —. Y la respuesta es no.

Es imposible que mi mirada no se desvíe a mi dedo anular, donde un bonito, delicado y discreto anillo de compromiso descansa, no es nada ostentoso salvo por las pequeñas piedras que descansan sobre el contorno del circulo pero la piedra en el centro demuestra lo costoso que debió ser. No recordar el día que nos comprometimos es imposible, olvidar los momentos con Jared me parecen tan descabellados pero, una parte de mi, teme que el tiempo sea capaz de borrar su recuerdo: su voz susurrando promesas que la vida se encargó de romper, el roce de sus dedos sobre mis hombros cuando estaba demasiado cansada por una coreografía y conseguía relajarme, las veces que hizo rabiar a Garret porque me llevo a esquiar días antes de una presentación importante, cuando a mitad de la noche prendía todas las luces porque la inspiración me golpeaba y aunque él tenía que trabajar se despertaba para esperarme, o su risa que me llenaba el corazón cada vez que notaba lo horrible que me iba al lavar la ropa, hay tantas cosas así como cuando discutimos porque pensaba que un día no regresaría de andar en la motocicleta... y al final fue él el que nunca más regresó.

Él no rompió su promesa, fue obligado.

—¿Podrías pensarlo? Al menos sería bueno que pases unos días fuera para que...

—¿Para que no sienta tanto su ausencia? —espeto, enarco una ceja mientras ella niega pacientemente. La libreta de sus anotaciones reposa sobre un taburete a su lado junto el lapicero pero no dudo que cuando yo salga por la puerta principal ella escriba el poco proceso que llevamos. —A donde quiera que vaya, sentiré su ausencia, no es algo que se relacione con el lugar.

—Tendemos a aferrarnos a los lugares, a las cosas— dice suavemente, no teme en decirme las cosas pero sí en que salga huyendo como la última vez, fue desastroso —, no está mal admitir que ese lugar es tu lugar seguro por todo lo que significa pero también es bueno cambiar de aires.

Mientras ella trata de explicarme los motivos de porqué sería bueno, yo me dedico a ver detrás de ella donde la pared en un tono crema es decorada por una repisas con pequeñas suculentas y flores sin olor, en el centro, un discreto reloj está situado y justo cuando las manecillas marcan el inicio de una nueva hora me levanto desganada pero un poco menos por acabar con esta eterna hora donde apenas podemos cruzar más de cinco oraciones donde yo la interrumpo o en un caso con mucha suerte, donde siquiera la escucho.

Promesas Rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora