Capítulo único.

1.6K 339 112
                                    

Aviso.

Como está dicho en la descripción, esta historia tiene contenido chico x chico. Está bajo su responsabilidad leerlo.

Si no te gusta la temática, te invito a no leerlo. Si te gusta, bienvenida/o.

Historia basada en la saga de Harry Potter de J.K. Rowling.

♣ ♣ ♣ ♣

Claro que Santa Claus no existía o, al menos, no como los muggles lo cuentan. Era ridículo el cuento de un anciano gordo volando en un trineo gracias a unos venados, o que vestía de rojo.

Harry miró con detenimiento lo que tenía en frente, contando y empaquetando con un movimiento de varita los regalos que habían hecho anteriormente. Les puso nombre y los colocó en una bolsa de fondo sin fin con una cinta que marcaba Londres, Inglaterra.

Fue hacia la oficina de Dumbledore y, justo antes de entrar, suspiró.

—Mi muchacho, veo que ya has terminado de empacar los regalos que te correspondían —comentó el anciano mientras lo llamaba con una mano. Harry hizo lo pedido y, cuando estaba a sólo unos pasos, Dumbledore le hizo sentarse en la silla que antes le correspondía a él. La silla de Santa Claus—. ¿Es cómoda?

Harry asintió, algo desconcertado.

—Pensé que nadie se podía sentar en esta silla, señor —comentó con confusión.

—Nadie se puede sentar en esa silla —afirmó sonriendo, pero luego continuó—: Nadie excepto el mismo Santa Claus y su predecesor.

Los ojos azules lo miraron por encima de las gafas. Ninguno de los dos dijo nada, Harry sin comprender y Dumbledore dándole tiempo al menor. Después de diez segundos, el ojiverde abrió sus ojos y se levantó de un salto.

—No, yo no puedo... No —susurró dando algunos pasos hacia atrás—. Es demasiado para mí.

—No, querido, tú eres demasiado para el puesto que ocupas en estos momentos. —Sin entender, Harry miró a su casi abuelo buscando una explicación— Te he visto, mi muchacho. Te he observado desde que naciste y debo decir que no existe persona más bondadosa que tú en este mundo.

—Está Neville —dijo de inmediato—, él es demasiado bueno. También está Luna...

—Pero nadie tiene ese liderazgo y ese corazón como tú lo tienes —interrumpió el anciano—. El actual Santa Claus no decide quién será el próximo que tome el puesto, sólo puede sospecharlo.

—¿Y cómo sabe que yo soy digno?

—Porque la silla te aceptó —murmuró sonriendo—, ahora falta que tú la aceptes a ella.

El menor se quedó callado mirando la oficina como si fuera un amplio bosque, como si las paredes fueran capaces de comerlo. Nunca se había sentido así, con tanto vértigo y nerviosismo.

—Nunca pensé en ser Santa Claus —murmuró comenzando a jugar con sus manos—, es mucho para mí. Yo sólo... sólo quiero una vida normal, encontrar a mi destinado y hacer juguetes a su lado... No creo que lo mío sea esto.

—Todavía no es navidad, puedes pensarlo —detuvo con tranquilidad Dumbledore—. Cuando sea navidad, te invito a entregar los regalos conmigo.

Ante la mención de dar los regalos, los ojos verdes se encendieron con emoción y una sonrisa se coló por sus labios. Albus casi podía saborear la felicidad que irradiaba el joven.

—¿En serio? —El mayor asintió— ¿Si no me gusta...?

—Me quedaré más tiempo en el puesto, en la búsqueda de un nuevo niño nacido de corazón amable.

Primer regaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora