Mi PuppyCino ♡ Hyunmin

Prólogo

Un día muy ajetreado había tenido Hyunjin en su academia de baile. Agradecía al cielo que ya era viernes porque su cuerpo le pedía relajarse.

Últimamente la escuela "Machine" era muy popular, pues acudían tanto niños como jóvenes de ambos sexos. Eso le beneficiaba al pelinegro en varias cosas, entre ellas las mamás solteras que llegaban a dejar a sus hijos o las tías jovencitas que acompañaban a sus sobrinos. Él es bisexual y también versátil así que no le importa echarles un ojo a los padres solteros que se paseaban a las afueras de dicha academia.

Se mete a la ducha a tomar un muy relajante baño después del extenuante día que tuvo.

Hace dos días un nuevo vecino se mudó al frente de su casa y hasta el momento no lo había visto salir de esta.

Es extraño ya que cualquier vecino nuevo se dignaria, por lo menos, a ir y saludar a sus nuevos vecinos de barrio ¿verdad? bueno, eso pensaba Hyunjin. No lo conocía aún y ya lo estaba juzgando.

La ducha le había parecido la cosa mas relajante y lo mejor del día, sin comparar con la cita que logró conseguir con la rubia tía de Minjae; Yuna. Esa chica de ojos oscuros pero provocadores le había estado coqueteando durante toda la practica. Y no es como si eso le molestara, a lo contrario, así que se acercó en el descanso para charlar con ella sobre lo buen bailarín que era Minjae, claro está que todo era para abrir paso al baile sensual de palabras que decía el pelinegro a cada conquista.

No duraron ni cinco minutos hablando cuando ya tenían sus respectivos números de teléfono y una cita para esa misma noche.

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Kim Seungmin era un chico asocial, se había graduado de Harvard en la carrera de Ciencias de la Computación e Informática. Puede que parezca solo un chico nerd, friki, cuatro ojos pero... bueno, no esta muy lejos de serlo.

Desde que era un niño tiene un gran fanatismo por una caricatura de un cachorro llamado Pochacco, muchos se burlaban de él comparándolo con  ese personaje.

En la adolescencia no tuvo ningún amigo con el cual pueda pasar el rato en los recesos, no es que fuera muy amigable tampoco, pero anhelaba la compañía de uno.
Tenía tan solo 17 años cuando se fue al extranjero a tomar sus estudios universitarios y especializarse en lo que más le gustaba, bueno, en realidad solo fue porque podria trabajar desde casa.

Actualmente, con 23 años, se ha mudado a un barrio muy tranquilo en una casa muy acogedora, pequeña pero con todo lo necesario para él. Su tía Miyeon le había contado lo tranquilo que era ese barrio tanto por las pocas casas que habían ahí y su mediano tránsito. Así que decidió mudarse al mismo barrio donde vivía ella.

Llevaba dos días sin salir de su casa, no porque no quisiera... osea, en parte si, pero también era porque estaba trabajando en un software para una empresa de vehículos nueva en el mercado. No había tomado una ducha desde que se plantó en esa silla en el computador y aún habían cajas selladas esperando ser abiertas.

El poco ruido de los carros pasando fuera le dieron a entender que ya era de noche. Se levantó estirando sus músculos y tronando ligeramente su cuello. Corrió un poco las cortinas y corroboro que ya era de noche, vio la hora en su computador, ya que en ningún momento le había prestado atención, y fue a la cocina a servirse un poco de café para mantenerse despierto. Solo le faltaban unos cuantos códigos y el software estaría listo para mandarlo el lunes por correo a la empresa.

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Un pantalón jean ajustado negro, camisa manga larga blanca arremangada hasta los codos, unos botines negros bien lustrados y su reloj gris eran su atuendo para esa noche. Yuna y él habían quedado de ir a una discoteca en el centro de la ciudad, y no solo a bailar y charlar.

Se perfumó un poco, tomó las llaves de su auto y abrió la puerta para dirigirse a él pero se detuvo a medio camino cuando un ligero movimiento en las cortinas de su nuevo vecino lo distrajo. Logró ver la sombra de la silueta de una persona ¿Su vecino no era un adulto? Porque la silueta parecía la de un niño por lo pequeña que se veía.

Ignorándolo siguió su camino hacia su vehículo. Encendió el motor y las llantas desparramaron el asfalto para perderse en la carretera.

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Seungmin estaba tomando una taza de café mientras descansaba un poco su vista un tanto cansada. Parado frente a la ventana que daba a la calle, miraba la luna llena que agraciaba el solitario cielo de esa noche. De repente escuchó el sonido de un carro arrancando el motor para luego marcharse deslizandose calle arriba. Corrió las cortinas y volvió a su trabajo luego de su pequeño descanso.