"Mi bellezza naturale"

03

De que servía tener una casa tan grande si no había vida adentro. Algo faltaba, algo más que latidos, no hablaba de esa vida, sino de la emoción y la alegría, estar en Forks significaba tener que estarse escondiendo ante todos, pero ellos se escondían sin esconderse, solo así lograrían vivir junto a los humanos. Ellos se preguntaban porque la vida no podía ser tan fácil como que alguien creara sangre humana artificial, beber la de los animales no es lo mismo, y Forks no podía crear a tantos pecadores en poco tiempo, tic toc, el tiempo se les acababa, y la comida también.

Era verano, pero en Forks siempre se sentía otoño o incluso invierno, así era allí, frío y deprimente, por alguna razón esto hacía infeliz a Savannah, toda su vida ha vivido en las sombras, no puede negar que algunas veces se ha preguntado que hubiera sido de ella si tan se hubiera establecido en Volterra. Tal vez estaría muerta, o sería un entretenimiento para ellos, verdaderamente no lo sabe, pero a veces, solo a veces, desearía hacerlo.

-¿Qué tanto piensas Vannie?- dijo Nathaniel

-Oh, no es nada

-Vamos, tus ojos de cachorro dicen otra cosa- Nathaniel abrazó a su esposa por la espalda, haciéndole sentir seguridad y paz

-A veces, solo a veces, me pregunto que sería de mí si me hubieran dejado el Volterra, no se, me pregunto como sería.

-No estaríamos juntos, o quizás si, a veces pienso que eres mi alma gemela, mi hilo rojo Vannie. Te amo, te quiero

-Y te extraño- terminó ella

Siguieron acomodando los platos de su nuevo hogar.

Al día siguiente debían asistir a la escuela, era la primera vez de Savannah en una preparatoria real. Savannah se despertó y la luz apuntaba a la noche, pero el reloj no, quería estar perfecta para su escuela, para ellos, los humanos, no significaba nada ir a la escuela, era algo común, pero para ella, era un cambio por completo en su vida.

-No se como todos creen que eres de preparatoria, pareces más maestro Nate- sonrió

-No se como lo hagas pero con esos bellos ojos, si digo que soy un bebé me creerán solo por ti.

Savannah se limitó a reír, no sabía en que consistía su don al cien por ciento, al final, eran nuevos comienzos, nueva vida, nueva Savannah. Se encaminó al closet que había dentro de la habitación para comenzar a cambiar su ropa.

-¿No lo harás?- dijo el azabache

-¿Qué?, ¿Hacer qué?- contestó extrañada

-Ducharte

-Nathaniel, no seas ridículo, no necesitamos bañarnos, aparte, si lo hago llegaremos tarde, tu decides

-No me eches la culpa de tu mal higiene Vannie- utilizó ese apodo que solía usar Laurent ante ella

-No tengo mala higiene- refunfuñó mientras terminaba de sumergirse en su ropa, haciendo esos gestos que en cualquier rostro lucirían espantosos o ridículos, pero en ella eran ridículamente perfectos

-Oh por favor, vamos, se hace tarde tic toc Vannie

-Listo, ¿viste el desayuno que preparé?

-¿Ahora serás la esposa ideal?

-Así es Nate, míralo

Nathaniel bajó a una velocidad inexplicable, común entre los vampiros, al bajar a la cocina se encontró con un contenedor de comida en el cual descansaba un apetitoso trozo de carne, que a su parecer seguía dando señales de vida, perfecto para ambos, ahora mas que nunca lo necesitaban, la comida se estaba terminando, y acababan de establecerse en ese pueblo con clima perfecto, con su casa hermosa y grande, era algo inexplicable, por fin ambos podían tener algo llamado hogar, era algo perfecto.

-Gracias esposa ejemplar- dijo con una sonrisa entre dientes

-De nada esposo ideal- estar con Nathaniel era diversión, era amor, era cariño, comfort, era paz, era casa...

-¿Nos vamos?- dijo mientras pretendía hacer una reverencia ante su Reyna

Savannah caminó hacia el carro, con su esposo por detrás, juntos en esta nueva aventura. Definitivamente no saben si es lo correcto o no, o cuanto les durará el amor por Forks, pero saben que de momento, ese pueblucho, es su hogar.