-Eres más ingenua de lo que pensé ¿verdad? El fracaso de esta campaña superó mis expectativas sobre ti. ... No, ese día te pedí claramente que canceles el proyecto, que la demanda estaba bajando. ¡No me escuchaste y si lo hiciste me ignoraste olímpicamente, poniendo en la cuerda floja el empleo de decenas de personas! Debes hacerte responsable y arreglar todo esto. Si regreso y no encuentro esa sede libre de deudas, no solo serás despedida. Tengo otra llamada, adiós.
-Sehyoon, mi cabeza está a punto de estallar.
El joven de terno se sentó en el mueble aún con el celular en la mano y aflojó su corbata antes de acariciar su sien.
-Despide a Jay y a Zundra dentro de dos semanas. Si, si sé que nos va a faltar gente, pero no puedo trabajar con personas así. Venderemos algunas acciones de K2 y con eso pagaremos la remuneración de los despidos. ¡No me interesa si no al-... Lo siento, olvídate de esto, se me fue completamente de la cabeza. Ya estoy en camino, no vayas casarte si aún no llego, o te quedas sin caballero de honor. Vale, te llamo luego.
Dejo el celular al lado y cerro los ojos para relajarse un momento, había olvidado la última vez que hablo con Sehyoon sobre algo que no sea del trabajo. Era un idiota, su amigo estaba a punto de casarse y el solo lo llamaba para que despida a alguien. Necesitaba encontrar una secretaria pronto o perdería la cabeza, porque además del trabajo debía lidiar con...
- ¡Papá! ¡Jihoon ha derramado leche sobre mi vestido!- la pequeña llego con los ojos llorosos hasta las piernas de su padre, seguida por un pequeño con bigotes de leche y carita asustada.
- ¡No fue a propósito, ella estaba jalando mi brazo! Hun vio todo, pregúntale a el. - el niño dejo su vaso en la mesa de centro y se sentó en el suelo- Mi ropa también esta mojada.- sus ojitos se llenaron de lágrimas y miró al suelo esperando ser reprendido.
- Si fue a propósito, ¡eres un mentiroso Jihoon!- empezó a llorar y su hermano también.
- Y tu eres una llorona Jiyeon, le voy a contar a ese niño de tu salón que eres una llorona- el pequeño salió corriendo del despacho de su papá.
- ¡No! No lo hagas, no soy una llorona...
- Les compraré ropa nueva cuando lleguemos allá, no tienen por qué llorar.- Al abrir los ojos sus hijos ya no estaban a la vista, miro la puerta y habló.- ¿Dónde estabas?
- No quiero viajar, quiero quedarme con el abuelo.- un pequeño de ojos tristes camino hacia el con pasos firmes.
- No está a decisión, tu tío va a casarse y debemos estar ahí.
El pequeño frunció el ceño levemente y suspiró antes de girar y caminar hacia la puerta. Una vez allí jalo una pequeña carretilla roja en la cual había un cofre. El rostro de su padre se tensó y el niño soltó la carretilla.
- ¿Y si dejó comida adentro, no estaría malográndose? No me quiero ir sin el cofre.
- No la puedes llevar, no entra en el avión...
Sintió la mirada de su hijo hasta el alma, estaba mintiendo descaradamente, pero aún no estaba listo para abrir esa gran caja. Y a este paso, no lo estaría nunca. El pequeño salió del lugar molesto dejando el mortificante cofre en ese lugar.
[...]
Acababan de llegar al exótico lugar en el que sus amigos habían decidido casarse, había tenido que correr para poder comprar un nuevo vestido para su hija y dos ternos a juego para los niños. Estaban llegando tarde para la cena, seguro Byeongkwan lo asesinaría cuando lo vea.
El pequeño Hun lo había ignorado y sus hermanos habían dormido todo el viaje, por lo cual ahora tenían energía suficiente para seguir peleando el resto del día. Necesitaba hacer algo con el menor de sus hijos, sabía que la caja era un tema delicado para los tres, pero a Hun lo ponía extremadamente sensible. Fue con el menor que guardaba su tableta en una mochila y se sentó en el asiento posterior.
- Podrán abrir la caja cuando regresemos, lo prometo. - el niño volteó incrédulo y esbozó la sonrisa más grande que cabía en su pequeña cara.
- ¡Gracias papá!- Y en ese momento supo que había hecho bien; después de todo, su pequeño no lo llamaba papá todos los días.
[...]
Mi nombre es Park Junhee, tengo 27 años y tengo tres maravillosos hijos. Soy presidente de una productora, trabajamos con diferentes empresas de entretenimiento y para ser sincero. La demanda de nuestros servicios ha aumentado a un nivel exorbitante. No podemos manejar la cantidad de pedidos que recibimos, así que la empresa esta en la cuerda floja, pues si un trabajo se entrega mal, los clientes dirigirán su vista a la siguiente productora y se olvidarán de nosotros.
La vida está siendo complicada, me gustaría que hubiera sido así antes, ahora siento que la vida me ha acostumbrado a ser blando. Y siento en lo profundo de mí alma que no estoy preparado para lo que viene, me han quitado mi escudo y mi espada y me han llevado a la guerra sin decirme siquiera con que o quien voy a luchar.
Hay tres vidas por las que debo ser aún más fuerte, y tengo unos amigos increíbles que me apoyan y me animan a seguir luchando, pero hay momentos en donde quiero huir de todo y todos. No me juzguen, no puedo fingir estar bien todo el tiempo.